Día Mundial del SIDA: Situación crítica en la República Centroafricana
Menos de la mitad de las personas con VIH reciben tratamiento en el país con la menor esperanza de vida del mundo. Unas 4.800 personas fallecieron a causa del sida el año pasado, mientras que cada año se confirman unos 5.500 nuevos casos.
Bangui, República Centroafricana. 1 de diciembre de 2020. En el mundo viven aproximadamente 38 millones de personas con VIH/sida y más de dos tercios de ellas residen en África subsahariana. Aunque la República Centroafricana (RCA) es considerado un país de baja prevalencia en comparación con muchos países del sur del continente, vive una situación crítica alimentada por la pobreza extrema, la violencia generalizada, una grave escasez de instalaciones y personal sanitario, problemas persistentes de la cadena de suministro de antirretrovirales (ARV) y barreras para la detección temprana y la atención a pacientes.
Todo ello se traduce en que el VIH sigue siendo una de las principales causas de muerte en el país. Se estima que el año pasado, unas 4.800 personas fallecieron a causa del sida en República Centroafricana, mientras que cada año se confirman unos 5.500 nuevos casos.
Un cóctel mortal de obstáculos
“Si bien República Centroafricana tiene la prevalencia de VIH más alta en la región de África occidental y central, menos de la mitad de las 110.000 personas que se estima que viven con el VIH están en tratamiento con ARV”, explica Laurent Lwindi Mukota, asesor médico de VIH de MSF en el país. “La situación es aún más alarmante para los niños: menos de la cuarta parte de los menores de 15 años que conocen su estado serológico respecto al VIH están bajo tratamiento”.
Clasificado como el país con la esperanza de vida más baja del mundo y asolado por años de conflicto e inseguridad, RCA depende por completo de una insuficiente financiación externa para su respuesta al VIH. Son muy pocos los centros sanitarios, entre un número escaso de estructuras de salud, los que ofrecen atención y pruebas de VIH. Muchas personas que viven con el VIH tienen que hacer viajes largos y, a menudo, peligrosos para encontrar una clínica donde estén disponibles servicios para el VIH/sida. Aquellos que logran llegar a un centro de salud a veces encuentran estantes vacíos en lugar de los medicamentos que tanto necesitan, lo que les impide continuar con su tratamiento con ARV.
“En un país donde la mayoría de la población vive con menos de dos dólares al día (1,67 euros), las barreras económicas para acceder a la atención están agravando esta situación”, declara Marie Charlotte Bantah Sana, directora del programa contra las enfermedades transmisibles del Ministerio de Salud y Población. “La mayoría deben pagar para hacerse una prueba del VIH y, posteriormente, tienen que costear de su bolsillo las pruebas adicionales antes de poder comenzar el tratamiento. Como resultado, el 30% de todos los pacientes citados a una evaluación previa al tratamiento no regresan para comenzar su régimen de medicación".
Este cóctel mortal de trabas sumado al fin de las pruebas gratuitas debido a la falta de fondos, a la escasez de información y al estigma sobre la enfermedad, ayudan a explicar por qué casi dos de cada tres pacientes con VIH en RCA son diagnosticados con VIH avanzado en el momento en que comienzan el tratamiento con antirretrovirales.
Apoyamos a los pacientes con VIH avanzado
En este entorno tan crítico, MSF trabaja en estrecha colaboración con el Ministerio de Salud y Población y se relaciona con otros actores clave para apoyar el acceso al diagnóstico, al tratamiento y a la atención médica.
En Bangui, la capital de República Centroafricana, la prevalencia del VIH es el doble de la media nacional. Desde finales de 2019, los equipos de la organización brindan atención médica y apoyo psicológico gratuitos a pacientes que se encuentran en una etapa avanzada de la enfermedad y que también están coinfectados con tuberculosis (TB), siendo la única organización en Bangui que lo hace. También han implementado un sistema de referencia entre el hospital y los centros de salud periféricos, que se desarrollará aún más en los próximos meses.
Un año después del inicio del proyecto de VIH/sida de MSF en el Centro Hospitalario Universitario Comunitario de Bangui, 1.851 pacientes habían sido admitidos para recibir tratamiento contra el VIH, incluidos 558 pacientes que acababan de ser diagnosticados como VIH positivos.
Estaba en el hospital acompañando a un familiar cuando comencé a tener fiebre y síntomas de malaria”, explica Reine, una viuda de 34 años que es madre de dos hijos. “Durante la consulta, el equipo médico se ofreció a hacerme la prueba. Así es como supe que era VIH positiva. Me pusieron inmediatamente en tratamiento. Tuve que volver al hospital hace unos días porque volví a enfermarme mucho. Ahora me están cuidando y cada día me siento un poco mejor”.
Anita, madre de seis hijos, tampoco sospechaba que pudiera ser seropositiva, a pesar de que llevaba sintiéndose mal desde hacía algún tiempo. “Llevaba tiempo encontrándome mal, pero no imaginaba que tuviera sida. Enfermé hace dos semanas y me llevaron al hospital para recibir atención. Hasta que llegué aquí no supe lo que tenía”.
Fuera de Bangui, MSF ofrece tratamiento a pacientes con VIH avanzado en Paoua, Carnot, Kabo y Batangafo.
Más tratamiento gracias a los grupos de apoyo comunitarios
Para conseguir que un mayor número de personas puedan acceder al tratamiento, MSF ha creado ‘grupos comunitarios de antirretrovirales’ en Bambari, Batangafo, Bossangoa, Boguila, Carnot, Kabo, Paoua y Zemio. En este sistema, grupos de pacientes que viven con VIH y que se encuentran en una condición estable designan a uno de sus integrantes para que vaya a recoger las dosis de medicamentos de todos los integrantes del grupo para los próximos meses, reduciendo de esta forma los costes de transporte y el tiempo dedicado a las consultas médicas.
Además de conseguir que más personas puedan acceder al tratamiento, estos grupos también ayudan a los pacientes a autogestionarse y a participar de forma activa en el mismo. Sirven sobre todo para fomentar el compañerismo y el apoyo y para conseguir una mayor adherencia al tratamiento, en un país donde el estigma contra las personas que viven con el VIH sigue siendo una dura realidad. Los miembros de estos grupos son elementos clave de la prevención del VIH y han demostrado que la adopción de un enfoque comunitario puede ser extremadamente eficaz. Y ayudan además a garantizar que los pacientes puedan continuar su tratamiento incluso en circunstancias difíciles o peligrosas, como las que se dan en muchos lugares de la RCA.
Esta iniciativa liderada por la comunidad ha demostró ser aún más importante en el contexto de la COVID-19, cuando se redujo drásticamente el acceso a las estructuras sanitarias, en particular debido a las medidas de prevención y control de infecciones necesarias para prevenir la propagación del virus.
“En nuestro grupo, cada año designamos a una persona diferente para que se encargue durante todo ese año de ir al hospital y recoger el tratamiento de los otros 10 miembros”, dice Serge, parte de uno de los grupos comunitario de ARV que apoyamos en Carnot. "Este sistema es importante porque algunas personas se avergüenzan de ir al hospital para recibir tratamiento contra el VIH. Y gracias a ello, pueden evitar hacerlo y seguir tomando su medicación".
A finales de 2020, MSF ha ayudado a establecer 276 grupos comunitarios de ARV en la RCA. En total, estos grupos integraban a unos 2.300 pacientes.
“En todos los proyectos en los que se ha implementado el sistema de grupos comunitarios de ARV, el número de personas que viven con el VIH que se unen a estos grupos aumenta constantemente”, explica Laurent Lwindi Mukota. Sistemas similares a este se han establecido también en otros países africanos donde el VIH es un problema importante, incluidos Mozambique, Sudáfrica, Zimbabwe y República Democrática del Congo.
En 2019, un total de 6.600 personas que vivían con el VIH recibieron tratamiento ARV a través de los centros de salud que MSF respalda en República Centroafricana. Sin embargo, todavía queda un trabajo importante por hacer para descentralizar, desestigmatizar y garantizar que la prueba y el tratamiento del VIH sean gratuitos y accesibles para todos. Si bien se han logrado algunos avances en la última década, la delicada situación del sistema de salud en el país, exacerbada por años de violencia, desplazamiento e inseguridad, hace que todavía existan muchas barreras en la lucha contra el VIH que habrá que ir poco a poco derribando. Es necesario redoblar los esfuerzos, y aumentar la inversión, para poner las pruebas y la atención gratuitas del VIH al alcance de todos en el país.
Fernando Calero