850.000 refugiados sursudaneses permanecen en Sudán a pesar de los acuerdos de paz
Las condiciones de vida en los campos son muy precarias, lo que ha llevado a Médicos Sin Fronteras a tener que abrir un nuevo hospital en el campo de Al Kashafa
Jartum/Juba, 3 de febrero de 2020. Aproximadamente 2,2 millones de sursudaneses viven actualmente desplazados por la fuerza en países vecinos tras haber huido de la guerra civil. Según el ACNUR, Sudán alberga actualmente a más de 861.000 refugiados sursudaneses, el segundo número más elevado después de Uganda.
La mayor comunidad de refugiados sursudaneses en Sudán se encuentra en el estado de Jartum, pero casi todos los estados sudaneses que limitan con Sudán del Sur cuentan también con un número significativo. El estado del Nilo Blanco alberga a 248.000 refugiados, de los cuales 162.000 viven en campos como Al Kashafa.
“En 2017, vine a Nilo Blanco con 18 miembros de mi familia debido a la guerra. Nos llevó un mes llegar a Sudán a pie. Fue difícil y algunos de nuestros niños pequeños murieron en el camino porque no había suficiente comida y agua, y por la exposición al sol", recuerda Julia Odok, de 24 años, una refugiada de Malakal.
“Cuando comenzó la crisis en Sudán del Sur, tuve que venir con mi familia a refugiarme aquí. En Alto Nilo, la región de la que provengo, todo quedó destruido. Perdimos todo, incluida nuestra casa. Lo único que pudimos salvar fue nuestra propia vida. Afortunadamente, la comunicad local nos recibió de forma acogedora”, explica Lino Ernest, un médico que lleva trabajando con MSF en Sudán desde hace tres años.
A pesar del proceso de paz en Sudán del Sur, no ha habido una disminución significativa en el número de refugiados en el Nilo Blanco. Muchos dicen que esperan regresar a casa algún día y retomar una vida normal, pero prefieren quedarse en Sudán hasta que la situación se calme.
“La mayoría preferimos quedarnos por ahora en Sudán. Algunas personas piensan que el proceso de paz está trayendo algo de estabilidad e intentan regresar a Sudán del Sur, pero la mayor parte se quedan. En cualquier caso, es cierto que las cosas se han calmado últimamente. Espero que nuestros líderes puedan sentarse juntos en Juba y formar un gobierno. Cuando eso ocurra, la gente lo verá y, entonces sí, muchos decidirán regresar”. Butrus Kwathi, de 39 años, trabaja como supervisor de actividades de promoción de la salud con MSF. Él mismo es un refugiado. Procede de Wau Shilluk, en la región del Alto Nilo de Sudán del Sur. En 2016, después de huir de un lugar a otro, terminó como refugiado en Al Kashafa.
En los campos son muchas las necesidades médico humanitarias que siguen sin estar cubiertas
En los campos, los refugiados solo reciben cuatro tipos de alimentos: sorgo, lentejas, aceite y sal. Esto no es suficiente para satisfacer las necesidades de la población, puesto que todos estos alimentos no les aportan las suficientes vitaminas y minerales; solo carbohidratos. Una de las consecuencias de esta precariedad es un elevado número de niños con desnutrición aguda severa.
"La vida es difícil. No tenemos nada: no tenemos casa, dinero ni trabajo", dice Julia. “Lo único que puedes hacer es sentarte y esperar. Recibimos lentejas y sorgo cada mes, pero nada más. No podemos comer lentejas todos los días. Esto deja a los niños vulnerables a las enfermedades", explica Julia Odok, una refugiada sudanesa proveniente del sur de Malakal. El más pequeño de sus dos hijos se llama Emmanuel, tiene 3 años y sufre desnutrición aguda severa.
Fruto de esta precariedad y de las múltiples necesidades médicas que permanecen sin cubrir, MSF abrió el pasado mes de diciembre un nuevo hospital de 85 camas en el campo de Al Kashafa, mejorando así los servicios que ya tenía, y con el objetivo de fortalecer la calidad de la atención médica brindada a los refugiados de Sudán del Sur y a la comunidad local que los acoge. El hospital ofrece atención médica primaria y secundaria a pacientes con afecciones complicadas, incluidos niños desnutridos graves y personas con enfermedades infecciosas crónicas, como el VIH y la tuberculosis.
Los pacientes acuden desde el propio campo de Al Kashafa, pero también desde los otros ocho campamentos que hay alrededor del mismo y desde las aldeas de la zona.
“Las necesidades sanitarias y humanitarias en los campamentos de refugiados distan mucho de estar cubiertas y por ello es crucial seguir ayudando a los refugiados y a las comunidades locales que los acogen. Algunos de los principales desafíos en los campamentos son la escasa disponibilidad de agua potable, la falta de trabajo remunerado, las limitaciones de movimiento a las que están sometidas las personas refugiadas y la insuficiencia de alimentos”, explica César Pérez, coordinador del terreno de MSF.
Los equipos de promoción de la salud de la organización médica juegan también un papel importante en la comunidad. “Localizamos a los niños desnutridos en los campamentos durante nuestras visitas y guiamos a las familias al hospital. Concienciamos sobre enfermedades como el cólera, la tuberculosis, el VIH y la malaria”, dice Butrus Kwathi, un supervisor de promoción de salud. Los equipos de MSF visitan lugares concurridos como iglesias, mezquitas, escuelas, puntos de agua y también van casa por casa.
La mayoría de las enfermedades están relacionadas con malas condiciones de vida
La mayoría de las afecciones médicas que los equipos de MSF atienden en el estado del Nilo Blanco son causadas por las condiciones de precariedad y congestión en que viven los refugiados, tales como la desnutrición, diarreas, infecciones del tracto respiratorio (incluida la tuberculosis), la malaria y enfermedades de la piel.
En 2019, MSF realizó casi 120.000 consultas en Al Kashafa, unas 10.000 al mes, y hospitalizó a más de 5.000 pacientes. El 63% de los pacientes atendidos en la zona de triaje eran refugiados.
MSF ayudó a más de 670 mujeres a dar a luz, una media de casi dos bebés por día y sus equipos admitieron a 196 pacientes en su programa de tuberculosis y a 94 en el de VIH.
Las experiencias en el conflicto, como haber presenciado y sufrido eventos violentos, junto con los desafíos de vivir como refugiados y la incertidumbre sobre el futuro han dejado también como consecuencia que muchas personas tengan problemas de salud mental.
"Ofrecemos a las personas apoyo psicosocial hasta que se sienten seguras, hasta que pueden volver a la vida normal y reintegrarse en la sociedad", explica Alfatih Alsadig, consejero de salud mental.
Picos recurrentes de desnutrición
El acceso insuficiente a alimentos, combinado con malas condiciones de vida y otros factores, conduce a picos estacionales de desnutrición. “Las admisiones por desnutrición aumentan de junio a septiembre. Es la llamada ‘brecha del hambre’". Es en la temporada de lluvias, cuando no hay nada que cosechar", dice Zakina Adam, supervisora nutricional.
El hospital de MSF en Al Kashafa alberga el único centro de estabilización para desnutrición en la zona. En 2019, cerca de 1.000 niños gravemente desnutridos menores de cinco años fueron tratados allí.
“Algunos niños desnutridos tienen otros problemas médicos, como diarrea crónica, neumonía o enfermedades de la piel. Esto empeora su condición. Algunos vienen con todo el cuerpo hinchado [edema], lo que puede provocar sepsis”, explica Zakina.
MSF lleva trabajando en el estado del Nilo Blanco desde 2014, poco después de que comenzaran a llegar los refugiados sursudaneses que huían de la guerra civil. Desde entonces, la organización médica ha implementado varias actividades, tales como campañas de vacunación y respuestas de emergencia, y ha gestionado varios centros de salud.
Los servicios del nuevo hospital de la organización en Al Kashafa también incluyen transfusión de sangre, sala de urgencias, atención materna, pediátrica y neonatal, y salud sexual y reproductiva, incluida la atención a supervivientes de violencia sexual. Los pacientes con traumatismos graves y las mujeres embarazadas que requieren una cesárea son trasladados de Al Kashafa a los hospitales de Kosti y Al Jabaleen, respectivamente.
MSF ha trabajado en Sudán desde 1978. En los últimos años, las operaciones de la organización se han centrado en seis estados: Al Gedaref, Kordofán del Sur, Darfur del Este, Darfur del Norte, Nilo Blanco y Jartum, con equipos de emergencia llevando a cabo intervenciones puntuales también en otras áreas. MSF administra instalaciones de salud donde brinda atención médica gratuita y de calidad a refugiados, desplazados internos y comunidades de acogida.