"Vas a morir aquí"
MSF revela en un informe los abusos y los malos tratos a las personas refugiadas, solicitantes y migrantes en dos centros de detención en Trípoli
Ámsterdam / Madrid, 11 de diciembre de 2023.- Los abusos y malos tratos son una constante para las personas refugiadas, las solicitantes de asilo y las migrantes recluidas en los centros de detención de Trípoli. Estas han sufrido agresiones, abusos sexuales, palizas, homicidios y privación sistemática de las condiciones de vida más básicas, como el acceso adecuado a alimentos, agua, saneamiento y atención médica. Así lo revela Médicos Sin Fronteras (MSF) en su informe 'Vas a morir aquí: abusos en los centros de detención de Abu Salim y Ain Zara'.
Informe completo 'Vas a morir aquí: abusos en los centros de detención de Abu Salim y Ain Zara' (en inglés)
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Testimonios Informe 'Vais a morir aquí, abusos en dos centros de detencion de Tripoli'.docx
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De enero a agosto de 2023, cuando MSF puso fin a sus actividades médicas en Trípoli en agosto, los equipos de la organización fueron testigos y documentaron las malas condiciones de vida y los abusos en los centros de detención de Abu Salim y Ain Zara, donde miles de personas, entre ellas mujeres y niños, son detenidas de forma arbitraria.
"Seguimos horrorizados por lo que vimos en los centros de detención de Abu Salim y Ain Zara", afirma Federica Franco, coordinadora general de MSF en Libia. "La gente estaba totalmente deshumanizada, expuesta cada día a condiciones y tratos crueles y degradantes".
Según los equipos de MSF que prestaron atención médica en ambos centros, los guardias recurrían con frecuencia a la violencia masiva e indiscriminada, a menudo como castigo por desobedecer órdenes, solicitar atención médica, pedir comida extra o en represalia por protestas o intentos de fuga.
En el centro de detención de Abu Salim, donde sólo se recluye a mujeres y niños, las mujeres hablaron de cómo las sometían a cacheos sin ropa, registros corporales íntimos, palizas, agresiones sexuales y violaciones. Estos abusos fueron perpetrados por guardias, pero también por hombres, a menudo armados, que fueron traídos desde fuera del centro de detención.
"Esa noche, ella [la guardia] nos llevó a otra habitación de la prisión, donde había hombres sin uniforme, pero tal vez eran guardias o policías", dijo una mujer detenida en Abu Salim. "Cuando me llegó el turno, la mujer me dijo que, si mantenía relaciones sexuales con él, podría salir. Empecé a gritar. Me sacó y me golpeó con un tubo y me llevaron de nuevo a la sala grande con las otras mujeres. Allí me dijo: 'Vas a morir aquí'".
"Esa noche, la guardia me dijo que, si mantenía relaciones sexuales con un hombre, podría salir. Empecé a gritar. Me golpeó con un tubo y me llevaron de nuevo con las otras mujeres. Allí me dijo: vas a morir aquí"
En el centro de detención de Ain Zara, en el que sí hay hombres, los detenidos relataron al personal de MSF las prácticas de trabajos forzados, extorsión y otras violaciones de los derechos humanos, incluida la muerte de al menos cinco personas por violencia o falta de acceso a atención médica vital. Los equipos de MSF documentaron 71 incidentes violentos ocurridos entre enero y julio de 2023, en los que los médicos trataron lesiones como fracturas óseas, heridas en brazos y piernas, ojos morados y problemas de visión.
Las personas detenidas informaron de que la violencia se combinaba habitualmente con diversas formas de intimidación y trato degradante, como arrojar agua sucia y aguas residuales a mujeres y niños, no darles de comer como forma de castigo y obligarles a pasar días sin luz.
"Cientos de personas estaban hacinadas en celdas tan superpobladas que se ven obligadas a dormir sentadas, con vertidos de aguas residuales procedentes de fosas sépticas desbordadas y retretes atascados", afirma Franco. "No había comida suficiente y el agua para beber o lavarse era muy escasa. Esto, sumado a las pésimas condiciones, ha contribuido a la propagación de enfermedades infecciosas como la diarrea acuosa aguda, la sarna y la varicela".
La distribución de artículos de primera necesidad, como ropa, colchones, kits de higiene, mantas, pañales y leche maternizada, era irregular y, según los informes, los guardias los confiscaban con regularidad. En el centro de detención de Abu Salim, los equipos de MSF comprobaron el impacto en la piel de los bebés de los pañales improvisados realizados con toallas y bolsas de plástico, y del uso prolongado de estos. Las mujeres dijeron que se veían obligadas a utilizar trozos de manta o camisetas rotas como tampones y compresas.
Además de las terribles condiciones de vida y el trato inhumano, a las personas recluidas en Abu Salim y Ain Zara se les negaba regularmente el acceso a atención médica y asistencia humanitaria vitales. A los equipos de MSF se les negó el acceso a ambos centros de detención y a sus celdas en decenas de ocasiones. Durante su estancia en Abu Salim, los equipos de MSF documentaron más de 62 incidentes de interferencia en la asistencia médica de MSF, incluidas violaciones de la confidencialidad médica y la confiscación de artículos de primera necesidad.
MSF perdió completamente el acceso al centro de detención de Ain Zara a principios de julio, y al de Abu Salim en agosto de 2023. Esta pérdida de acceso y las frecuentes obstrucciones a la prestación de asistencia humanitaria basada en principios fueron un factor que contribuyó a la decisión de MSF de poner fin a sus actividades en Trípoli.
"Tras siete años prestando asistencia médica y humanitaria en Trípoli, la espantosa situación que hemos presenciado en los centros de detención de Libia es una reverberación directa de las nefastas políticas migratorias europeas destinadas a impedir a toda costa que las personas salgan de Libia y a devolverlas por la fuerza a un país que no es seguro para ellas", afirma Franco.
MSF pide que se ponga fin a las detenciones arbitrarias en Libia y que se libere a todos los refugiados, solicitantes de asilo y migrantes de los centros de detención y que se les proporcione protección significativa, refugio y vías legales y seguras para salir de Libia.
Desde 2016 hasta agosto de 2023, MSF prestó asistencia médica y humanitaria —incluida atención sanitaria general, salud mental, derivación de personas con enfermedades potencialmente mortales a centros médicos especializados y apoyo al acceso a servicios de protección— a refugiados, solicitantes de asilo y migrantes recluidos en centros de detención de Trípoli y a quienes vivían en condiciones precarias en entornos urbanos de Trípoli.
MSF sigue trabajando en Libia, actualmente en las regiones de Misrata, Zuwara y Derna, y continúa sus actividades de búsqueda y rescate para asistir a refugiados, solicitantes de asilo y migrantes que arriesgan sus vidas cruzando el Mediterráneo central.
Guillermo Algar