Trabajadores de MSF narran el miedo y la incertidumbre tras la orden israelí de evacuar Ciudad de Gaza

“Tenemos mujeres con cesáreas programadas en zonas que han recibido la orden de evacuación; si se ven obligadas a desplazarse durante el trabajo de parto, podrían perder sus bebés o morir", alerta Lina Batniji, educadora y consejera de MSF

Ciudad de Gaza, 4 de septiembre de 2025. IBRAHIM NOFAL/MSF

Ciudad de Gaza, 10 de septiembre de 2025.

Mohammed Al Tibi, técnico de la cadena de suministros de MSF

Mi nombre es Mohammed Al Tibi. Actualmente vivo en Ciudad de Gaza, en el barrio Nasr, en el borde occidental de Sheikh Radwan. La situación en el norte de la Franja durante estas últimas dos semanas ha sido extremadamente difícil debido a los bombardeos indiscriminados, los disparos de artillería y de drones cuadricópteros, y el peligro constante que existe en toda la zona en la que vivo.

Aun así, decidí quedarme en mi hogar hasta el último momento, mientras las cosas estuvieran medianamente controladas. He limitado mi desplazamiento.

Esta mañana, me sorprendió ver un folleto circulando en las redes sociales, llamando a todos los residentes de Gaza a trasladarse al sur porque Ciudad de Gaza se había convertido en una zona de combate peligrosa. Me quedé en shock con la noticia. Ya estaba trabajando en el sur cuando lo vi.

Ahora mismo me siento completamente perdido, dividido entre permanecer en el norte, arriesgando mi vida, o recoger mis pertenencias y a mi familia e ir al sur, aunque no haya ningún sitio allí donde quedarse. No hay alternativa, pero si dejo mi casa ahora, sé que me quedaré en la calle.

Honestamente, no sé cómo más describir esta situación. Siento que todo está perdido. Por ahora he decidido no evacuar, a menos que encuentre una verdadera alternativa.

Aun así, le dije a mi esposa y a mis hijas que preparen sus cosas. Tengo dos niñas pequeñas. Una tiene 6 años, y la otra apenas tiene dos.

Desde el primer día de esta guerra, Israel ha emprendido una campaña de genocidio en nuestra contra. Esto no es nada nuevo, me sorprenden las declaraciones que provienen del lado israelí, donde afirman que quieren entrar nuevamente a Gaza y llevar a cabo nuevas operaciones. Ya estuvieron aquí muchas veces. Ya hicieron todo. No hay nada que no hayan hecho. Todo ha quedado reducido a escombros.

Esto se trata de desplazamiento forzado, para incrementar nuestro sufrimiento y ejercer presión sobre nosotros, a pesar de ser civiles comunes. Tengo derecho a vivir en un lugar que sea al menos algo seguro. Pero no se me da esa oportunidad.

Ya evacuamos una vez, al sur, a espacios declarados como “zonas humanitarias seguras” por las fuerzas israelíes. Fuimos a Rafah, a Al Nuseirat, y a otros lugares. Afirmaron que esas áreas eran seguras, pero no lo eran.

Llevo conmigo el miedo y la angustia que conlleva un nuevo desplazamiento; sentir que todo sucederá de nuevo. Que no iré a una zona segura como ellos afirman, sino a un lugar donde, más pronto que tarde, vendrán tras nosotros. Porque su verdadero objetivo es desplazarnos, aumentar nuestro sufrimiento, y tratar de exterminarnos.


Lina Batniji, educadora y consejera de MSF

Mi nombre es Lina Batniji. Ni siquiera sé por dónde empezar mi relato. Tenemos mujeres con cesáreas programadas en zonas que han recibido la orden de evacuación; áreas que están clasificadas como extremadamente peligrosas. Algunas de ellas tienen cesáreas programadas para hoy, para mañana o para finales de la semana, y otras para más adelante este mes. Si alguna de estas mujeres es desplazada y entra en trabajo de parto, necesitaría cirugía. Y sin acceso a un hospital, podrían perder sus bebés o morir.

Estas mujeres están viviendo una situación de terror. Saben que no vendrá ninguna ambulancia para recogerlas porque están en el área denominada como “zona roja”. No hay forma de que lleguen hasta el único hospital que aún realiza cesáreas para dar a luz de manera segura, aunque Dios sabe cuánto tiempo más funcionará este hospital.

¿Dónde está la humanidad cuando una mujer que está en la zona roja entra en trabajo de parto, en medio de bombardeos y órdenes de evacuación? ¿Cómo se supone que debe llegar al hospital?

Habrá quien se pregunte por qué estas mujeres no se fueron antes. Pues la respuesta es bien sencilla: el transporte cuesta más de lo que la mayoría de las personas pueden pagar. Aquí la gente ni siquiera tiene dinero para comprar la poca comida que hay disponible.

Pensé que nuestro sufrimiento había terminado cuando regresamos a Ciudad de Gaza durante el alto el fuego. Habíamos aceptado la guerra, aceptado que volvería. Pero ¿ser forzados a dejar Ciudad de Gaza de nuevo? Eso ha roto algo en nosotros. Ahora estamos recogiendo los fragmentos de nuestra vida anterior, lo poco que nos queda, esperando encontrar un lugar al cual ir. Pero incluso esa esperanza se ha ido. Ahora, nos dirigimos hacia lo desconocido, hacia la nada, solamente con las cosas que pudimos salvar de nuestros hogares destruidos. Estamos saliendo con los cuerpos destrozados y las almas rotas.

Nos dirigimos hacia un pasado que no podemos cambiar, hacia un presente que no podemos comprender, y hacia un futuro que no se encuentra en ninguna parte. Vamos hacia lugares en el sur donde no hay nadie esperándonos, donde no hay ningún espacio para nosotros. Nos sentimos como una carga para este mundo. Y honestamente, la muerte parece más sencilla que este camino de desplazamiento. Ya no es algo que temamos. Morimos un poco más cada día, y aún así despertamos por la mañana fingiendo que podemos seguir adelante.

Ya ni siquiera puedo consolar a mis hijos. No puedo tranquilizarlos. Lo único a lo que nos aferramos son ilusiones. A que tal vez haya un acuerdo, tal vez un alto el fuego, tal vez una solución. Pero todas estas negociaciones son mentiras destinadas a agotarnos, a desgastarnos, a agotar a los civiles hasta que no quede nada.

Nuestro único deseo es estar a salvo. Ni siquiera soñamos ya con un hogar de verdad porque ya hemos renunciado a la idea de recuperar nuestras casas. Solo pedimos que nos dejen quedarnos donde estamos. Pero nos dicen: “Vayan a las zonas humanitarias”. Entonces yo pregunto: ¿dónde están esas supuestas zonas humanitarias? ¿Alguien las ha visto?

Porque cuando intentamos ir a esas supuestas zonas seguras, no encontramos nada. No hay espacio, no hay seguridad. Solo hacinamiento, enfermedades y suciedad. ¿Adónde podemos ir como civiles? Pido un espacio; un lugar con un baño. ¿Es demasiado pedir? ¿Es una fantasía pedir agua limpia, un baño, cuatro paredes para proteger a mis hijos de las bombas, el calor, el frío y las enfermedades?

¿Cuáles son los estándares humanitarios? Porque si tengo que vivir en una tienda de campaña, junto a aguas residuales sin tratar, ¿cómo pretenden llamar a eso ‘zona humanitaria’? ¿Es esto lo que ahora el mundo llama humanidad?

Y luego está la profunda angustia. Ojalá tuviera la capacidad de comprimir un hogar en una maleta. Ojalá alguien me hubiera enseñado a empacar sueños, recuerdos y vidas enteras en una maleta. Ojalá supiera cómo alejarme de todo y tratarlo como un simple recuerdo. Este desplazamiento no es como el primero; la primera vez, creíamos que volveríamos. Ahora, me voy de Ciudad de Gaza sabiendo que no volveré.

Me voy de este lugar que tanto amo, dejo este cielo que he conocido, este aire que me conoce. Me voy como si hubiera arrojado mi alma dentro de Ciudad de Gaza y fuera solamente mi cuerpo el que se aleja caminando.

Este sentimiento… este sentimiento es la muerte. No sé exactamente lo que es la muerte, pero así… así es como se siente.

 

 

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