Tapón del Darién: una crisis sin precedentes y desatendida
MSF alerta de violencia sexual masiva en el Tapón del Darién, frontera entre Colombia y Panamá, y de una falta de respuesta para las personas migrantes en toda la ruta
Bogotá/Barcelona, 30 de noviembre de 2023.- El número de personas migrantes que ha cruzado el Tapón del Darién ─un tramo de 100 kilómetros de naturaleza salvaje a caballo entre las fronteras de Colombia y Panamá─ está a punto de superar los 500.000 en lo que va de 2023. Se trata de una cifra sin precedentes, que supera con creces el total de migrantes que cruzaron en todo 2022: 248.000, que ya era un récord antes de los 133.000 de 2021 y los 6.500 de 2020.
- Testimonio en audio y transcripción de una mujer víctima de violencia sexual en el Darién
- Fotografías de Juan Carlos Tomasi de la ruta Ecuador-Colombia, carretera a Darién, selva de Darién, Bajo Chiquito, en Panamá
- Videocomunicado de la ruta Ecuador-Colombia, el Darién y Bajo Chiquito, en Panamá. Incluye testimonios grabados en Panama y declaraciones de MSF
Minutado del videocomunicado
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Testimonios de migrantes en Ecuador, Colombia y Panamá
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“La cifra de migrantes que han cruzado la selva equivale a más del 11 % de la población de Panamá. Esta es una crisis sin precedentes a la que no se ha volcado la suficiente atención global ni regional; no se han garantizado rutas seguras a los migrantes, ni suficientes recursos para las organizaciones que los atienden”, señala Luis Eguiluz, coordinador general de Médicos Sin Fronteras (MSF) para Colombia y Panamá.
Además de los riesgos asociados a la topografía de la selva, como caerse por precipicios o ahogarse en los ríos, las personas que cruzan el paso del Darién en su viaje hacia el norte, en dirección a Estados Unidos, están expuestas a todo tipo de vejaciones por parte de criminales: ataques, robos, secuestros y violencia sexual.
Los migrantes que cruzan el Tapón del Darién han descrito haber sido víctimas de secuestros y violaciones en grupo en la selva tropical montañosa y en terrenos pantanosos. Este año, los equipos de MSF en Panamá han atendido a 397 supervivientes de violencia sexual ─107 solo en octubre─ incluidos niños. Y es probable que estos números subestimen el problema, ya que la violencia sexual a menudo no se denuncia debido al estigma y el miedo.
“¿Cómo sobrevive uno a cinco violaciones?”, pregunta llorando una venezolana, cuyo nombre oculta por seguridad, que se vio obligada a cruzar el Darién tras dejar su país por cuestiones económicas, y que fue testigo de repetidos episodios de violencia sexual en su travesía. “Estamos cruzando la selva buscando un mejor futuro, no para que nos acaben la vida. No te acaba la vida una culebra, te acaban la vida los hombres que están adentro, que violan y matan”, sentencia.
Los pacientes de MSF han contado a los equipos de la organización que hombres armados secuestran a grupos de migrantes y les roban el dinero, diciéndoles que ése es el coste de pasar por el Tapón del Darién. Los pacientes han descrito cómo la violencia sexual, que va desde tocamientos no deseados hasta violaciones, se produce delante de otros migrantes o en tiendas de campaña montadas a tal efecto. El 95% de las víctimas de violencia sexual atendidas por MSF eran mujeres. Quienes intentaron defender a las víctimas fueron a su vez objeto de violencia y, en algunos casos, asesinados.
Una crisis humanitaria desatendida más allá del Darién
Muchas personas migrantes definen el Tapón del Darién como el infierno, pero para muchas de ellas el proceso migratorio ─lleno de riesgos físicos y sin apenas ninguna respuesta efectiva por parte de las autoridades─ empieza mucho antes y ya están exhaustas cuando llegan a las puertas de la selva.
Durante 2023, MSF ha recorrido las principales rutas de tránsito de migrantes de Colombia. “Lo que hemos evidenciado y escuchado de ellos es que quienes transitan por América del están expuestos a una situación de extrema vulnerabilidad: hambre, ausencia de alojamientos y fuentes de agua, cobros excesivos, desinformación y estafas, xenofobia y violencia física, psicológica y sexual. Todo esto empieza mucho antes de que los migrantes lleguen a la selva del Darién, aunque sea allí en donde se hace evidente”, señala Eguiluz.
Los relatos de hechos violentos en Latinoamérica son una constante. “Desde Perú tomé un autobús que me llevó a Huaquillas (ciudad de Ecuador fronteriza con Perú). Allí unos hombres nos llevaron a 10 migrantes y nos robaron toda la plata, a las mujeres las hacían desnudar, se llevaron los teléfonos también y decían que, si hablábamos, nos mataban. Cargaban cuchillos y pistolas”, contó David Fuentes, un migrante colombo-venezolano que trabajó en Perú como vendedor ambulante. “En Perú nos íbamos a subir a una tractomula (camión de doble remolque) y un hombre que iba subido intentó herirnos con un cuchillo. Luego en Ecuador estábamos durmiendo en un parque y un agente policial nos despertó con gas pimienta para que nos levantáramos de allí”, dijo Luis Jesús Wilches, también venezolano.
Como ellos, a diario ingresan por la ruta que transita por el sur de Colombia cientos de venezolanos y haitianos en su segunda migración, y que proceden de Chile o Perú, principalmente. Además de migrantes originarios de los países del sur del continente, sobre todo Ecuador. También personas de lugares tan lejanos como China, India, Afganistán, Bangladesh, Camerún y Burkina Faso que aterrizan en Ecuador o Brasil para luego continuar la ruta por tierra.
“Según testimonios de los migrantes con menos recursos económicos, en la ruta por Ecuador solo encuentran apoyo en dos ciudades: Ibarra y Tulcán, muy cerca de Colombia. Luego, en Ipiales, organizaciones locales con fondos internacionales, tienen algunos albergues en los que los migrantes pueden acceder a una ducha, hospedaje una noche y a tres platos de comida, pero luego deben salir”, explica Luis Eguiluz.
Ante el vacío de atención y recursos, son apenas el 2,2 % de los migrantes quienes pueden acceder a estos centros; más del 73 % de las familias deben dormir en la calle o parques públicos y el 75 % no tiene acceso suficiente agua potable, según verificó recientemente la Procuraduría de Colombia. En más de 1.200 kilómetros, desde Nariño hasta Antioquia son casi nulos los auxilios para la población en tránsito.
“Aunque hay organizaciones humanitarias centradas en Necoclí y Turbo (ciudades colombianas próximas a la entrada al Darién) y en las Estaciones Temporales de Recepción Migratorias (ETRM) establecidas por el gobierno panameño en su costado del Darién la respuesta no es suficiente para cubrir las necesidades”, señala Luis Eguiluz. Ante ello, MSF insta a los gobiernos de países en tránsito hacia Estados Unidos a que coordinen esfuerzos para garantizar rutas seguras y acceso a servicios básicos a la población en movimiento. La crisis humanitaria del Darién requiere respuestas globales.
Desde finales de abril de 2021, MSF brinda atención médica a la población en tránsito que llega a Panamá. Actualmente, MSF cuenta con puntos de atención en las dos ETRM de Lajas Blancas y San Vicente y en la comunidad indígena de Bajo Chiquito. Allí, de enero a octubre de 2023, MSF realizó 51.500 consultas médicas y de enfermería, incluyendo prenatales y postnatales. 18.000 consultas fueron a menores de 15 años y 888 a mujeres embarazadas. Además, MSF brindó 2.400 consultas de salud mental y atendió 397 casos de violencia sexual.