Miles de personas desplazadas luchan por sobrevivir en los abarrotados refugios del este de Ucrania

La mayoría son personas mayores, de entre 60 y 70 años o más, ya debilitadas por enfermedades crónicas no tratadas, como hipertensión, diabetes o asma, así como por desnutrición y anemia

Centro de tránsito en Pavlohrad, en la región de Dnipropetrovsk. YULIIA TROFIMOVA/MSF

Dnipro, Ucrania, 22 de octubre de 2025.– Médicos Sin Fronteras (MSF) alerta de que los combates en la región de Dnipropetrovsk continúan intensificándose, dejando a las comunidades cercanas al frente con poco o ningún acceso a la atención médica. La organización médico-humanitaria denuncia que las carreteras utilizadas para la evacuación son frecuentemente atacadas, que muchas ciudades han quedado reducidas a escombros y que las bajas civiles han aumentado drásticamente en el último año.

El invierno se acerca y los daños en las infraestructuras energéticas se han agudizado, lo que provoca cortes periódicos de electricidad, especialmente en las zonas cercanas al frente. A medida que miles de personas siguen huyendo de las zonas en primera línea de frente, la región de Dnipropetrovsk se ha convertido en un punto de tránsito crítico, lo que ha provocado que los refugios que se han habilitado para acoger a las personas desplazadas estén frecuentemente hacinados. Cuando el número de personas desplazadas comenzó a aumentar en julio y agosto, uno de los refugios de tránsito más grandes llegó a acoger a unas 500 personas al día, a pesar de tener capacidad solo para 140.

Los equipos de MSF trabajan en estos refugios mediante clínicas móviles para proporcionar consultas médicas y apoyo psicológico, principalmente a personas mayores. Desde abril de este año, los equipos de MSF han atendido a más de 1.400 pacientes, pero están siendo testigos de un número creciente de necesidades y del aumento de casos graves. Por este motivo, recientemente han aumentado la frecuencia de las visitas y han ampliado la asistencia médica a otros lugares a los que llegan personas.

«Mi ciudad, Kostiantynivka, está en ruinas. No queda nada: ni agua, ni gas, ni policía, ni bomberos», dice Valerii Bureiko, de 68 años, que llegó con su esposa y su suegra, de avanzada edad y que permanece postrada en una cama, a un centro de tránsito apoyado por MSF. «Por eso decidimos marcharnos. Para los jóvenes es más fácil, pero a nuestra edad no podremos empezar de cero en un lugar nuevo, así que fue una decisión muy difícil».

Valerii Bureiko en la clínica móvil de MSF en el centro de tránsito de Pavlohrad. YULIIA TROFIMOVA/MSF

Las personas se están viendo desplazadas a medida que las ciudades y pueblos se convierten en ciudades fantasma: calles vacías, árboles ennegrecidos por las explosiones, edificios dañados e inhabitables y centros de salud a los que no se puede acceder. Los equipos de MSF renovaron hospitales en Dnipro, en la región de Dnipropetrovsk y en la región de Donetsk en 2022, lo que les permitió seguir funcionando incluso mientras avanzaba la guerra. Hoy en día, muchos de esos hospitales están dañados, destruidos o abandonados. En los últimos tres meses, los hospitales de ciudades como Kostiantynivka, Mezhova y Sviatohirsk han dejado de funcionar; desde 2022, los equipos de MSF se han visto obligados a abandonar seis hospitales y bases de ambulancias, y a retirarse de varias clínicas móviles, debido a la proximidad de los bombardeos y a los impactos directos que estos han sufrido.

«Muchas personas se ven obligadas a escapar a pie, caminando entre 15 y 20 kilómetros por terrenos escarpados bajo los ataques de drones, a menudo a través de campos que pueden estar minados, apoyándose en palos o muletas», explica el Dr. Afanasiev, que trabaja en los refugios. «La mayoría son personas mayores, de entre 60 y 70 años o más, ya debilitadas por enfermedades crónicas no tratadas, como hipertensión, diabetes o asma, así como por desnutrición y anemia».

Las condiciones en los refugios varían: algunos están instalados en tiendas de campaña con filas de camas plegables; otros se encuentran en antiguas escuelas, centros culturales, dormitorios o estaciones de tren.

Los equipos de MSF atienden a pacientes con fracturas y heridas de metralla que no han sido tratadas. Algunos llegan con heridas abiertas infectadas con gusanos. Otros llegan a los centros de tránsito con dolores en el pecho u otros síntomas debidos al estrés, que pueden indicar ataques cardíacos. Muchos también tienen neumonía y síntomas agudos de asma.

«Dos bombas cayeron sobre mi casa. Todo se llenó de humo», cuenta Liubov Cherniakova, de 72 años, procedente de un pueblo cercano a Kurakhove, recostada en la cama de un abarrotado refugio. «Salí corriendo, caí en un agujero y no podía levantarme. Hera, que así se llama mi perra, volvió a por mí, me tiró del collar, me mordió y me lamió para que recuperara el sentido. Cuando abrí los ojos, vi lo feliz que estaba de que estuviera viva».

Incluso después de abandonar las zonas del frente, las personas no se sienten seguras en estos centros de tránsito. Las ciudades que sirven como centros de evacuación son a menudo blanco de ataques con drones y misiles. Pavlohrad, donde se encuentran los grandes centros de tránsito más cercanos al frente, es bombardeada repetidamente. Por ello, la mayoría de las personas desplazadas continúan su viaje hacia el oeste, tras hacer breves estancias en estos centros.

Notas para los editores:

  • Los refugios del este de Ucrania están desbordados de personas que se han visto obligadas a huir de sus hogares, muchas de las cuales han sido reubicadas en la región de Dnipropetrovsk. MSF opera en tres lugares de esta región, entre ellos Pavlohrad y la estación de tren. En septiembre de 2025, el mayor centro de tránsito de Pavlohrad acogía hasta 500 personas al día, con tiendas de campaña instaladas junto a edificios permanentes. Las autoridades y la OMS están coordinando la distribución más equitativa de las personas en los refugios más alejados del frente.
  • Los equipos de las clínicas móviles de MSF atienden a pacientes que llevan meses sin recibir medicamentos esenciales para tratar enfermedades como la hipertensión, la diabetes tipo 2 y el asma. Muchos también llegan con lesiones sin tratar —fracturas y traumatismos— que se han ido cerrando solas, sin atención médica.
  • Según ACNUR, más de 190.000 personas han huido a zonas más seguras de Ucrania solo este año, sumándose a los millones que ya se habían desplazado desde la invasión a gran escala en 2022 y desde el inicio del conflicto armado internacional en el este, en el año 2014.

 

 

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