Médicos Sin Fronteras alerta de que el sistema sanitario de Afganistán no tiene capacidad para atender con garantías a su población
Un nuevo informe de MSF analiza las enormes dificultades a las que se enfrentan los afganos para recibir atención médica
Kabul, 19 de junio de 2021 - El sistema sanitario de Afganistán no tiene capacidad para atender con garantías las necesidades de su población, según el informe publicado hoy por la organización médica internacional Médicos Sin Fronteras (MSF).
‘Las dificultades continuas para acceder a los servicios sanitarios en Afganistán’ (‘The Continued Struggle to Access Medical Care in Afghanistan’) reúne datos médicos, entrevistas y cuestionarios de pacientes, de sus acompañantes y del personal de los proyectos de MSF en las provincias de Helmand, Herat, Kandahar y Jost. Muestra claramente cómo el sistema de salud está fallando a la población y se hace eco de las conclusiones de otros informes publicados por MSF en 2014 y 2020.
INFORME COMPLETO: ‘Las dificultades continuas para acceder a los servicios sanitarios en Afganistán’ (‘The Continued Struggle to Access Medical Care in Afghanistan’)
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RESUMEN EJECUTIVO DEL INFORME
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A lo largo de los años, MSF ha seguido mostrando la discordancia existente entre las promesas del modelo de prestación de servicios sanitarios públicos promovido por los donantes y la realidad cotidiana que hay sobre el terreno. "Instalaciones sanitarias que funcionan mal, costes inasumibles por parte de los pacientes y la obligación de tener que hacer largos y peligrosos trayectos para ser atendidos. Todo esto reduce enormemente las posibilidades que tiene la gente de lograr acceder a una atención médica adecuada y a tiempo", afirma Filipe Ribiero, representante de MSF en Afganistán.
El informe de MSF señala que el año pasado, los donantes internacionales redujeron la financiación de servicios en Afganistán, aumentando la presión sobre un sistema de salud público ya de por sí muy frágil y sobre los encargados de implementar y gestionar los servicios sanitarios. También destaca que una de las principales áreas de mejora reside en la necesidad de que los afganos reciban un tratamiento de calidad más cerca de su casa, de acuerdo con sus necesidades y circunstancias económicas.
Más del 80% de pacientes entrevistados afirmaron haber pasado por dificultades económicas como consecuencia del gasto que tuvieron que hacer en asistencia sanitaria. Y los efectos socioeconómicos de la pandemia de COVID-19 no han hecho más que empeorar las cosas para ellos.
"Vivimos en el desierto, sin acceso a la asistencia sanitaria. Y tenemos problemas económicos", dice el acompañante de uno de los pacientes del hospital de Boost, en la provincia de Helmand. "Algunas personas no tienen forma de conseguir dinero para ir en busca de ayuda, aunque tengan una persona en casa con necesidad de atención médica, así que simplemente esperan a que Dios haga algo".
FOTOS de los proyectos de MSF en Afganistán
Sin embargo, aún cuando la gente consigue el dinero necesario para el transporte y/o para cubrir el coste de la atención médica, sus dificultades no terminan ahí. Entre todos los pacientes encuestados que visitaron un centro sanitario público en el último año, el 45% dijo no estar satisfecho con los servicios recibidos. Muchos afganos acuden a clínicas u hospitales privados, en los que afrontan costes que difícilmente pueden pagar y cuya calidad dista mucho de estar garantizada; algunos se decantan por soluciones locales, como los remedios tradicionales, y otros recorren largas distancias para llegar a centros médicos gratuitos apoyados o gestionados por organizaciones como MSF.
Pero más allá de los costes económicos, el trayecto hasta los centros de salud está plagado de peligros debido a los enfrentamientos armados, la presencia de artefactos explosivos y la amenaza de sufrir robos en las carreteras. Estos obstáculos hacen que los pacientes tarden mucho tiempo en llegar a las instalaciones médicas y que tengan que tomar rutas alternativas más complicadas, lo que se traduce en el deterioro de sus condiciones de salud y en una demora excesiva a la hora de recibir tratamiento.
A principios del pasado mes de mayo, cuando se produjeron una serie de intensos combates en torno a la ciudad de Lashkar Gah, una mujer explicó a los equipos de MSF cómo no le quedó más remedio que exponerse a los peligros que conlleva el tener que atravesar diversas zonas en conflicto para poder buscar atención médica para su hijo, que llevaba más de una semana con fiebre y diarrea: "Pensamos que si no acudíamos a un hospital podría morir, así que tuvimos que asumir los riesgos y llevarlo. Salimos por la mañana con la moto, cuando empezaba a amanecer. Para tratar de evitar los puntos más peligrosos, hicimos un trayecto muy complicado; tuvimos incluso que atravesar un río. Nuestra moto dejó de funcionar allí, así que la dejamos y seguimos el resto del camino a pie. Era una situación de guerra abierta, con balas silbando en el aire. Fue verdaderamente complicado sortear todos aquellos obstáculos". El trayecto que hizo esta mujer con su familia, en circunstancias normales no debería haber durado más de 30 minutos, pero ellos tardaron unas cinco horas en llegar al hospital.
"Somos conscientes de las limitaciones que tenemos en nuestra capacidad para responder a las abrumadoras necesidades del país, pero hacemos lo que podemos", dice Ribeiro. "Los donantes y los responsables políticos deben analizar con honestidad las deficiencias del actual modelo de prestación de asistencia sanitaria en Afganistán y trabajar para que la atención médica de calidad sea accesible y asequible para todos”.
MSF trabaja en Afganistán desde 1980. A día de hoy, sus equipos dirigen y gestionan cinco proyectos en cinco provincias del país: Helmand, Herat, Kandahar, Jost y Kunduz. En 2020, los equipos de MSF atendieron 112.453 consultas en urgencias, asistieron más de 100 partos al día (para un total de 37.898) y realizaron 5.669 intervenciones quirúrgicas mayores. MSF presta atención médica gratuita y depende únicamente de la financiación privada para sus operaciones en Afganistán, ya que no acepta dinero ni subvenciones de ningún Gobierno para llevar a cabo su trabajo.
Fernando Calero