Libia: La violencia continuada contra refugiados y migrantes fuerza a MSF a suspender las actividades en dos centros de detención de Trípoli
Los malos tratos y los abusos en los centros de Mabani y Abu Salim han aumentado desde febrero y en una semana han tenido lugar tres sucesos violentos
Trípoli/ Madrid, 23 de junio de 2021.- Tras los repetidos actos de violencia contra personas refugiadas y migrantes recluidas en dos centros de detención de Trípoli, Médicos Sin Fronteras (MSF) anuncia que se ve obligada a suspender temporalmente sus actividades en los centros de detención de Mabani y Abu Salim.
Desde febrero, los casos de malos tratos, abusos físicos y violencia contra las personas retenidas en estos centros de detención han aumentado de forma constante. En tan solo una semana, los equipos de MSF han sido testigos de primera mano y han recibido informes de al menos tres sucesos violentos que han causado graves daños físicos y psicológicos.
"No es una decisión fácil de tomar, ya que significa que no estaremos presentes en los centros de detención donde sabemos que la gente sufre a diario", reconoce Beatrice Lau, coordinadora general de MSF en Libia. "Sin embargo, el patrón persistente de incidentes violentos y daños graves a personas refugiadas y migrantes, así como el riesgo para la seguridad de nuestro personal, ha alcanzado un nivel inaceptable. Hasta que no cese la violencia y mejoren las condiciones, MSF no puede seguir prestando atención humanitaria y médica en estas instalaciones".
Durante una visita realizada el 17 de junio al centro de detención de ‘Recogida y Retorno’ de Mabani, donde se calcula que hay al menos 2.000 personas recluidas en celdas en condiciones de hacinamiento, los equipos de MSF fueron testigos de actos de violencia llevados a cabo por los guardias, incluyendo golpes indiscriminados a personas que intentaban salir de sus celdas para pasar consulta médica por nuestros personal médico.
El equipo de MSF recibió informes sobre el aumento de las tensiones la noche anterior, tensiones que culminaron en actos de violencia masiva que dejaron heridos tanto entre las personas migrantes y refugiadas como entre los guardias. MSF atendió a 19 pacientes con lesiones causadas por golpes, como fracturas, cortes, abrasiones y traumatismos. Un niño migrante no acompañado quedó incapacitado para caminar tras sufrir graves heridas en los tobillos. Otros relataron haber sufrido abusos físicos y verbales por parte de los guardias.
A principios de la misma semana, el 13 de junio, dispararon armas automáticas contra las personas retenidas en el centro de detención de Abu Salim, causando múltiples víctimas, según los informes recibidos por los equipos de MSF. Durante los siete días siguientes al incidente, se negó el acceso al centro de detención a los equipos de MSF, lo que suscitó la preocupación por las repercusiones de la falta de tratamiento para las personas que padecieran heridas potencialmente graves y para los enfermos en estado crítico.
El aumento de la violencia desde principios de año va acompañado de un incremento importante del número de personas refugiadas, migrantes y solicitantes de asilo interceptadas en el mar por los guardacostas libios financiados por la UE. Estas personas son devueltas a la fuerza a Libia y encerradas en centros de detención. Hasta el 19 de junio, más de 14.000 personas han sido interceptadas y devueltas a Libia, más que en todo 2020.
Esto ha dado lugar a un grave hacinamiento de los centros y a un deterioro de las ya deplorables condiciones de estas instalaciones. La mayoría de los centros de detención carecen de ventilación y luz natural; algunos están tan superpoblados que hasta cuatro personas comparten un metro cuadrado de espacio, lo que obliga a las personas a hacer turnos para acostarse y dormir. Las personas encerradas en los centros carecen de acceso constante a agua limpia e instalaciones higiénicas.
Además, migrantes y refugiados no reciben suficientes alimentos. Apenas pueden hacer una o dos pequeñas comidas al día, normalmente un pequeño trozo de pan con queso o un plato de macarrones que tienen que compartir entre muchos. El personal sanitario de MSF ha observado que, ante la falta de alimentos, la gente a veces utiliza la medicación para controlar el hambre. La falta de alimentos nutritivos suficientes ha provocado que algunas mujeres no puedan producir leche materna para alimentar a sus bebés. Una mujer relató a los equipos de MSF que estaba tan desesperada por alimentar a su bebé de cinco días que intentó darle su ración de comida sólida para que no se muriera de hambre. En estas condiciones inhumanas, las tensiones suelen desencadenar estallidos de violencia entre los guardias y las personas detenidas arbitrariamente en los centros.
MSF pide el fin de la violencia y la mejora de las condiciones de los refugiados y migrantes atrapados en los centros de detención de Mabani y Abu Salim. MSF también reitera su llamamiento para que se ponga fin a la prolongada práctica de la detención arbitraria en Libia, y para que se evacúe de inmediato del país a refugiados, solicitantes de asilo y migrantes expuestos a riesgos que amenazan sus vidas.
"Nuestros compañeros han visto y oído hablar de hombres, mujeres y niños vulnerables, ya retenidos en condiciones desesperadas, que están siendo sometidos a más abusos y situaciones que ponen en riesgo sus vidas", afirma Ellen van der Velden, directora de operaciones de MSF. "Ninguna otra persona interceptada en el mar por los guardacostas libios financiados por la UE debe ser obligada a volver a Libia y a los centros de detención. La violencia en los centros debe terminar y todas las personas atrapadas en estas condiciones inhumanas deben ser liberadas."
MSF trabaja en centros de detención en Libia desde 2016, donde brinda a las personas recluidas atención médica primaria y apoyo psicosocial. Sus equipos también identifican a las personas vulnerables y derivan a aquellos pacientes que requieren atención especializada a hospitales de Libia.
En Zuwara, MSF facilita servicios médicos, psicosociales y de protección a las comunidades de personas refugiadas y migrantes. En Bani Walid, los equipos ofrecen atención médica general y derivaciones médicas a refugiados y migrantes que escaparon del cautiverio, así como a víctimas de tortura y trata. MSF también facilita apoyo técnico al Programa Nacional de Tuberculosis de Libia, dirigido por el Centro Nacional para el Control de Enfermedades, y gestiona un proyecto de atención para casos de tuberculosis en Misrata.
En la primera mitad de 2021, los equipos de MSF que trabajaban en los centros de detención de Trípoli proporcionaron atención médica a 8.920 personas, realizaron 9.248 consultas médicas y organizaron la derivación de 405 pacientes a hospitales de la ciudad.
Guillermo Algar