Las autoridades israelíes deben poner fin al castigo colectivo de los palestinos y dejar de usar la ayuda humanitaria como arma de guerra
Mediante el corte de electricidad y el bloqueo de la ayuda, Israel está privando a la población gazatí de servicios básicos y suministros esenciales, incluido el acceso al agua
Jerusalén, 11 de marzo de 2025. - Médicos Sin Fronteras (MSF) condena enérgicamente el asedio impuesto por Israel a la Franja de Gaza, así como el corte del suministro eléctrico que llevó a cabo el pasado domingo 9 de marzo. La organización médico-humanitaria advierte de que con este corte de electricidad y con el bloqueo de la ayuda, Israel está privando a la población gazatí de servicios básicos y suministros esenciales, incluido el acceso al agua, y afirma que las autoridades israelíes, que desde hace días impiden la entrada de todo tipo de ayuda en la Franja, están instrumentalizando las necesidades humanitarias y utilizándolas como moneda de cambio. MSF pide a Israel un cese de inmediato de esta forma de actuar, que equivale a un castigo colectivo, y hace un llamamiento a sus autoridades para que respeten el derecho internacional humanitario, asuman sus responsabilidades como potencia ocupante y pongan fin al despiadado bloqueo de la Franja.
MSF afirma que los aliados de Israel han ignorado deliberadamente esta grave violación del derecho internacional humanitario y han normalizado esta conducta. MSF también insta a los aliados de Israel, incluido Estados Unidos, a actuar con determinación para poner fin a esta situación y evitar de esta forma que Gaza se hunda todavía más en la catástrofe.
“Las autoridades israelíes están normalizando una vez más el uso de la ayuda como herramienta de negociación. Esto es indignante. La ayuda humanitaria nunca debe utilizarse como moneda de cambio en la guerra”, afirma Myriam Laaroussi, coordinadora de emergencias de MSF. “El bloqueo de todos los suministros está perjudicando gravemente a cientos de miles de personas y está teniendo consecuencias mortales”.
En un momento en el que el alto el fuego debería significar una ampliación de la respuesta humanitaria, las autoridades israelíes han paralizado por completo la entrada de ayuda en la Franja. Los últimos tres camiones que los equipos de MSF pudieron introducir en Gaza, el pasado 27 de febrero, llevaban suministros en su mayoría médicos. El resto de los camiones que MSF tenía listos para cruzar a la Franja permanecen bloqueados desde entonces.
Al mismo tiempo, la suspensión del suministro eléctrico a la Franja por parte del gobierno israelí ya ha obligado a la principal planta desalinizadora de agua de Jan Yunis, al sur de Gaza, a funcionar con combustible. La planta ha reducido su producción de 17 millones a 2,5 millones de litros al día. MSF advierte de que este es tan solo un ejemplo y afirma que la decisión de cortar la electricidad afectará gradualmente y de forma grave al suministro público de agua.
El asedio de Israel, que comenzó el 9 de octubre de 2023, dejó durante semanas a cientos de miles de personas en Gaza sin electricidad, alimentos ni combustible, lo que provocó una catástrofe humanitaria. Después de 15 meses de bombardeos, desplazamientos y brotes de enfermedades, los esfuerzos de las organizaciones humanitarias para hacer llegar la ayuda a la Franja han seguido sufriendo restricciones; ya sea por las dificultades que imponen las autoridades israelíes para autorizar la entrada de suministros, o por el rechazo que hacen a lo que llaman “artículos de doble uso”.
“Como todas las organizaciones humanitarias, MSF se ve obligada a adaptarse a las condiciones impuestas por las autoridades israelíes como parte de un sistema que está diseñado para mantener el bloqueo de Gaza y obstruir sistemáticamente la entrada de ayuda humanitaria”, afirma Laroussi.
“Si bien es cierto que durante el alto al fuego han entrado más camiones, el sistema de autorización que imponen las autoridades israelíes nos ha impedido ampliar adecuadamente nuestra respuesta, incluso antes de que se impusiera este último bloqueo. Este sistema, que se lleva a cabo sin transparencia, obstruye y restringe sistemáticamente la entrada de suministros vitales como bisturís, tijeras, concentradores de oxígeno, unidades de desalinización y generadores. Incluso cuando se aprueba la entrada de ayuda, el proceso sigue siendo demasiado lento y resulta extremadamente burocrático y complejo”, concluye Laroussi.
Fernando Calero