Grecia: el modelo de centros cerrados empeora la salud mental y física de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo
MSF alerta del impacto de las instalaciones de alta seguridad en las islas griegas del Egeo cuando se cumple un año de la apertura del primer centro cerrado en Samos
Atenas, 5 de diciembre de 2022.- En la isla griega de Samos, las personas refugiadas, migrantes y solicitantes de asilo confinadas en el “centro de acceso controlado” de Zervou, un lugar aislado y sometido a un alto grado de seguridad, tienen muy difícil pedir atención médica, conseguir tratamiento para la diabetes o recibir asesoramiento jurídico antes de una entrevista de asilo.
El centro de Zervou, así como los de Leros y Kos y los que están previstos para 2023 en Lesbos y Quíos, son el resultado de una política de contención agresiva, financiada por la Unión Europea (UE), para abrir “centros de acceso controlado” en lugares remotos de cinco islas del Egeo. Allí las personas que buscan seguridad en Grecia son recluidas mientras se tramita su solicitud de asilo.
Las personas llegan a Grecia angustiadas −la mayoría han huido de conflictos o persecuciones en sus países de origen, y muchas de ellas han sufrido violencia atroz durante su viaje−, pero son recibidas con dos barreras de alambre de espino, rayos X e identificación biométrica.
“La gente que está en el centro de Zervou nos cuenta que ha sobrevivido a la trata de personas, a agresiones sexuales, a trabajos forzados y a palizas”, dice Nicholas Papachrysostomou, coordinador general de MSF. “Algunas personas han sido testigos de la muerte de sus familiares en devoluciones forzadas anteriores o en naufragios. Los centros de internamiento no cubren sus necesidades básicas y perjudican innecesariamente su salud mental y física”.
Solo las personas con un documento de identificación de asilo pueden entrar o salir del centro de Zervou, pero el registro para ese documento puede demorarse hasta 25 días o más. Por lo tanto, las personas recién llegadas permanecen detenidas, y no tienen libertad para entrar ni salir. Hasta ahora, la dirección del centro ha permitido salir a las personas sin documento de identificación para acudir a citas médicas o jurídicas, pero eso puede cambiar en cualquier momento.
No se proporciona una asistencia sanitaria adecuada
“La principal carencia es la falta de acceso a la asistencia sanitaria”, dice Sonia Balleron, coordinadora del proyecto de MSF en Samos. “Se trata de personas que llevan bastante tiempo viajando sin recibir atención médica”. Sin embargo, desde febrero de 2022 el centro solo recibe la visita de personal médico en días puntuales y durante pocas horas. La asistencia sanitaria dentro de los centros sigue siendo problemática por la continua falta de personal médico y de material sanitario. Para hacer frente a esta situación, y para garantizar que se cubren las necesidades sanitarias básicas, MSF gestiona una clínica móvil tres veces por semana desde abril de 2022 en el centro de Zervou.
Hasta hace poco, cuando alguien llegaba al centro de Zervou, lo transferían a un recinto cerrado para que estuviera en cuarentena por COVID-19. En él no se ofrecía atención médica, lo que ha provocado un deterioro de las condiciones médicas por causas evitables. Por ejemplo, este año, se puso en cuarentena a una persona diabética insulinodependiente a la que no se identificó adecuadamente; en pocas horas, su estado de salud se deterioró, poniendo en riesgo su vida. Se le trasladó urgentemente al hospital principal de Samos y se logró controlar la situación. Sin embargo, todo ello podría haberse evitado con un control y una atención oportunos.
Mientras tanto, otras personas que necesitan urgentemente atención médica especializada no disponible en Samos se han enfrentado a retrasos administrativos de hasta varios meses para el traslado a hospitales en el territorio continental.
Las infraestructuras de alta seguridad afectan a la salud mental de las personas
Muchas personas que han vivido experiencias traumáticas previamente sufren un deterioro de la salud mental debido a las condiciones carcelarias, la segregación y las infraestructuras de seguridad. Entre septiembre de 2021 y septiembre de 2022, el 40% de las personas con problemas de salud mental tratadas por MSF en Samos presentaban síntomas relacionados con traumas psicológicos. A lo largo del último año, MSF ha podido observar altos niveles de malestar mental generalizado entre las personas que se encuentran en el centro de Zervou y la demanda de los servicios de salud mental de MSF se ha mantenido alta y constante.
“Ahora todas las personas acusan un nivel básico de malestar psicológico”, dice Elise Loyens, coordinadora médica de MSF en Grecia, “y siempre se presenta con los mismos síntomas: dolores corporales, disociación, depresión, trastornos del sueño. La gente se siente humillada en estas condiciones”. Un paciente de MSF describe el centro de Zervou como un “castigo psicológico” y rara vez sale de su habitación para evitar enfrentarse a las alambradas y a una presencia policial intrusiva.
Un proceso de asilo acelerado
“Otro factor de estrés importante para nuestros pacientes es la falta de transparencia en el proceso de asilo”, dice Balleron. En Samos y Lesbos, a menudo se pide a las personas que acudan a su primera entrevista inmediatamente después de haber terminado la cuarentena, con muy poco tiempo para recuperarse del viaje, sin conocer el procedimiento de solicitud de asilo y sin poder buscar asesoramiento jurídico o prepararse para la entrevista. “El desgaste de la salud mental y física es innegable y claramente visible”, dice Balleron.
Un paciente de MSF sufrió torturas, aunque las autoridades de asilo no lo identificaron así. Por ello, no fue informado de su derecho de asistencia médica y psicosocial, ni tampoco fue derivado a los servicios de atención médica o de salud mental. Acudió a su entrevista de asilo sin haber recibido ningún tipo de asesoramiento jurídico, y a raíz de ello su solicitud de asilo fue rechazada en dos ocasiones.
Un entorno hostil
"Si comparamos el centro de Zervou con otros campamentos anteriores, se puede decir que el centro cerrado supone una mejora en algunos aspectos", afirma Balleron. "La gente permanece en módulos en lugar de en tiendas de campaña y hay menos hacinamiento que en los antiguos campamentos. Sin embargo, el centro de Zervou es un entorno hostil y no acoge a las personas en condiciones para la dignidad humana".
Las condiciones de vida en el centro son precarias debido a problemas de infraestructura, como cortes en el suministro de agua y averías frecuentes en el aire acondicionado y la calefacción.
Además, la ubicación remota del centro de Zervou dificulta la interacción de las personas con el resto de la sociedad. Los autobuses circulan varias veces al día hacia y desde la ciudad de Vathy, pero no están al alcance de la mayoría de las personas que solicitan asilo.
El centro de acceso restringido planeado en Lesbos está aún más aislado, a 33 kilómetros de Mitilene, lo que añade una importante barrera para los servicios y subraya una vez más la lógica de segregación y detención de facto sobre la que se construyen estos centros.
“Nuestras experiencias en el centro de Zervou demuestran los peligros de los centros cerrados”, afirma Papachrysostomou. “Las personas que solicitan asilo necesitan acceder a una atención médica de calidad y oportuna. Las autoridades deberían invertir en condiciones de acogida dignas y en alojamientos seguros, como viviendas dentro de las comunidades, y crear programas de integración. Todo el mundo necesita un entorno seguro, solidario y humano para poder registrar y tramitar su solicitud de asilo sin correr el riesgo de volver a sufrir traumas, como establecen la legislación internacional, la legislación de la UE y la legislación nacional”.
Silvia Fernández