Este de Chad: MSF alerta sobre la reducción de alimentos para los refugiados sudaneses

La falta de financiación para la respuesta humanitaria en los campos de refugiados agrava su sufrimiento y aumenta los riesgos sanitarios

Programa nutricional en el campo de refugiados de Aboutengue, este de Chad. © Laora Vigourt/MSF
Programa nutricional en el campo de refugiados de Aboutengue, este de Chad. © Laora Vigourt/MSF

Ginebra/Adré, 19 de septiembre de 2024. - Mientras la guerra civil en Sudán sigue haciendo estragos y expulsando a la población del país, las necesidades humanitarias, incluido el acceso a alimentos suficientes, siguen siendo críticas en los campos de refugiados del este de Chad, que ha recibido a más de 600.000 de refugiados desde el estallido de la guerra en abril de 2023.

En Aboutengue, uno de los varios campos de refugiados que se han emplazado en el este de Chad, cerca de 44.500 sudaneses -en su mayoría mujeres y niños- se enfrentan a graves recortes en las raciones de alimentos y a unas condiciones de vida precarias debido a la falta de alojamiento adecuado.

“La vida aquí es trágica comparada con Sudán [antes de la guerra]”, dice Jimiya, que llegó a Aboutengue con su familia en julio de 2023. “Al principio, nos daban suficiente comida, pero ahora las raciones han disminuido. Recientemente, sólo recibimos sorgo y aceite, que son difíciles de cocinar sin ingredientes frescos. No tenemos suficiente para mantener a nuestra familia, especialmente a los niños”.

Desde febrero, las raciones de alimentos se han reducido progresivamente. La incertidumbre sobre la financiación ha provocado importantes interrupciones y retrasos en el suministro.

“Estamos siguiendo de cerca esta escasez recurrente en las distribuciones de alimentos”, afirma Danielle Borges, coordinadora de Emergencias de MSF en el este de Chad. “Sería devastador que las carencias de esta respuesta humanitaria estuvieran creando una crisis alimentaria adicional en estos campos”.

El aislamiento geográfico del campo de Aboutengue, situado en una zona remota con muy pocas oportunidades de subsistencia, hace que los refugiados dependan aún más de esta inadecuada ayuda alimentaria.

Sin alimentos suficientes ni apoyo financiero, las mujeres tienen que adentrarse en los bosques circundantes para recoger leña, que es una de las pocas formas disponibles de ganar dinero. Sin embargo, esto conlleva graves riesgos.

“A veces, cuando estamos en el bosque, algunas personas nos amenazan, diciendo que no se nos permite recoger leña”, dice Aziza, una refugiada sudanesa, madre de siete hijos, que lleva en el campo desde julio del año pasado. “A algunos incluso nos han pegado”.

Un haz de ramas secas se vende por el equivalente de 1 a 3 euros en los mercados informales que han surgido alrededor del campo. La falta de recursos y alimentos hace que los refugiados no tengan más remedio que seguir recogiendo leña para sobrevivir.

“Una de las pocas oportunidades de subsistencia que existen para las mujeres en el campo de Aboutengue consiste en recoger leña en los bosques de los alrededores y venderla por algo de dinero debido a la falta de suministro suficiente de alimentos y de apoyo financiero”, afirma Atsuhiko Ochiai, coordinador de proyecto de MSF. “Esta actividad pone a las mujeres en riesgo de sufrir violencia, pero se ha convertido en algo tan vital para ellas que no tienen otra opción. Por desgracia, las historias de mujeres agredidas en el bosque continúan”.

Una comida al día para sobrevivir

La disminución de las raciones de comida podría provocar un aumento de la desnutrición, sobre todo entre los niños. “En el campo de Aboutengue, MSF trata a cientos de niños al mes por desnutrición aguda moderada y grave”, advierte Borges. “Nos preocupa que esta situación pueda empeorar si continúa la escasez de alimentos”.

En Metche, a dos horas de Adré, la situación es igualmente alarmante. Muchos refugiados sobreviven ahora con una sola comida al día. Aunque en los últimos meses se han distribuido alimentos tanto en Metche como en los campos cercanos de Alacha y Arkoum, los refugiados reciben pocas calorías por ración.

El centro intensivo de nutrición terapéutica del hospital de Metche de MSF es la sala más concurrida, con un aumento de enero a agosto del número de niños con desnutrición aguda grave con complicaciones que llegan de los campos de Alacha y Arkoum. 11 niños de Metché han sufrido recaídas tras recibir el alta sólo entre principios de agosto y septiembre.

Se necesita urgentemente un mayor apoyo nutricional y soluciones logísticas para evitar un mayor deterioro.

La difícil situación de los refugiados se ve agravada por la falta de financiación a largo plazo que permita una mejor respuesta humanitaria. “La sensación predominante es que los principales donantes están desatendiendo esta crisis”, afirma Borges. “Sin un apoyo inmediato y sustancial, corremos el riesgo de que se desencadene un desastre humanitario aún mayor en esta región”.

“Estamos agradecidos por la ayuda que hemos recibido de las ONG”, dice Jimiya, “pero necesitamos comida suficiente, alojamiento adecuado y oportunidades de trabajo para vivir con dignidad, como antes”.

Desde hace más de un año, MSF presta atención médica básica, agua y saneamiento a los refugiados del campo de Aboutengue, tratando la desnutrición y distribuyendo suministros básicos como jabón, mosquiteras y bidones. A pesar de haber sido reubicados en este campo hace 14 meses, unos 14.000 refugiados aún carecen de un alojamiento adecuado y siguen viviendo en estructuras improvisadas en condiciones extremadamente dura.

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