“Es habitual que nos traten así”

Menores migrantes no acompañados en Calais: la normalización de la violencia

Una enfermera de MSF cura la mano de un joven migrante sudanés en Calais. © Stéphane Lavoué.
Una enfermera de MSF cura la mano de un joven migrante sudanés en Calais. © Stéphane Lavoué.

Calais (Francia) / Madrid, 12 de julio de 2024.- Desde el inicio de sus actividades para responder a las necesidades médicas y psicológicas de personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo en tránsito en Calais en julio del año pasado, Médicos Sin Fronteras (MSF) ha recabado testimonios de pacientes que dibujan un panorama de violencia, falta de asistencia y devoluciones.

Las personas atendidas denuncian haber sido golpeadas con porras, rociadas con gases lacrimógenos durante el desmantelamiento de los campamentos o al intentar cruzar el Canal, confiscadas sus pertenencias y humilladas por la policía. En el Canal de la Mancha, las autoridades francesas intervienen en tierra y mar para impedir que la gente se dirija al Reino Unido.

MSF presta apoyo médico, psicológico y social a los menores no acompañados en tránsito en Calais en su centro de día. Estos jóvenes han compartido con el equipo de MSF historias dolorosas sobre su odisea migratoria y la acogida violenta en Francia.

Violencia reiterada y banalizada
Desde la apertura del centro, MSF ha recibido a 180 jóvenes, principalmente de Sudán, Afganistán y Siria. 93 de ellos declararon haber sido víctimas de violencia a lo largo de su ruta migratoria, ya fuera en países de tránsito como Libia o Túnez, o en la misma Francia. Más de un tercio de los testimonios de los jóvenes se refirieron a malos tratos y violencia por parte de la policía en Francia, especialmente en Calais.

Según los jóvenes entrevistados, la violencia se produce principalmente durante las operaciones de desmantelamiento y los intentos de cruzar el Canal de la Mancha en barco o camión. Los tipos de violencia física denunciados con más frecuencia son patadas, puñetazos, golpes con porras y el uso de gases lacrimógenos a la altura de los ojos. Estos abusos suelen producirse cuando los voluntarios y las asociaciones no están presentes para ayudar a las personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiados.

Testimonio de menores victimas de violencia policial en Calais.pdf

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Lejos de los campamentos improvisados, en el centro de día de MSF, los jóvenes encuentran un lugar donde ser escuchados y sentirse acogidos, un lugar donde el vínculo de confianza creado por el equipo les permite hablar libremente. "A veces comprueban que no haya cámaras y nos llevan a lugares fuera de la vista para pegarnos. La última vez que me pasó, estaba con un amigo. La policía nos llevó a una furgoneta y nos golpeó con porras. Me pegaron tanto que sangré", cuenta Ahmed*, un chico sudanés de 15 años que ingresó en el centro de MSF en febrero. Cuando se le ofreció la posibilidad de presentar una denuncia, el joven se negó por miedo y a las posibles repercusiones si volvía a encontrarse con los mismos policías por el camino.

"Los jóvenes que emigran solos experimentan el exilio y la violencia en un momento muy particular de su desarrollo: la adolescencia. El exilio también significa experimentar o presenciar unos acontecimientos traumáticos y una violencia que, a menudo, queda impune. Se hace difícil y peligroso confiar en los demás", explica Chloé Hannebouw, psicóloga de MSF en Calais.

Violencia sumada al trauma preexistente

Desde la reapertura del proyecto de MSF en Calais en abril del año pasado, el 82% de las personas atendidas en consultas médicas por el equipo médico de MSF han declarado haber sufrido malos tratos, torturas, actos inhumanos y degradantes, especialmente en Libia, Túnez o en la ruta de los Balcanes. "Durante las entrevistas, los jóvenes narran terribles experiencias de violencia, detención y a veces tortura. Algunos jóvenes también tienden a comparar la violencia que sufrieron en Libia con las complicadas condiciones de vida en Calais. Esta comparación les lleva a menudo a minimizar la dureza de su situación actual frente a la extrema violencia vivida allí", afirma Hannebouw.

Desde el inicio de las operaciones, la psicóloga de MSF ha realizado 152 consultas a menores (no acompañados o acompañados por sus familias). Entre los síntomas más frecuentes, los jóvenes pacientes mencionan ansiedad, pesadillas, insomnio y sensación de impotencia o incapacidad para verse y pensar en el futuro. Algunos mencionan también impulsos suicidas, sobre todo cuando han vivido experiencias especialmente traumáticas o de violencia extrema.

"Esta violencia física y psicológica repetida ilustra el coste humano que Francia y el Reino Unido están dispuestos a pagar para asegurar su frontera común. Una normalización generalizada de la violencia se ha instalado en toda Europa. Calais es sólo uno de los muchos laboratorios de las políticas de disuasión aplicadas por la Unión Europea", afirma Feyrouz Lajili, coordinadora del proyecto de MSF en Calais.

Política de “cero puntos fijos”
MSF ha sido testigo y ha documentado las repercusiones inmediatas de las violentas prácticas de la política "antifijación", aplicada por las autoridades francesas para impedir los campamentos estables en Calais, y de las devoluciones a las personas en movimiento.

MSF también ha observado que Francia y el Reino Unido, a pesar de ser signatarios de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, no protegen a los menores no acompañados. Al dispersarlos, aislarlos, hacerlos vulnerables, exponerlos a la violencia y al control de redes criminales, la política migratoria común pone en peligro a los menores no acompañados. Los coloca en un callejón sin salida en el que la única salida parece ser una peligrosa travesía del Canal de la Mancha.

MSF pide a las autoridades francesas que ofrezcan protección a los menores no acompañados en tránsito por la frontera franco-británica y que pongan fin a las medidas disuasorias, aplicadas con el apoyo del Reino Unido, que ponen en peligro a las personas en movimiento.

*Nombre modificado para proteger la privacidad del menor.


En abril de 2023, MSF reabrió un proyecto en Calais para prestar asistencia médica y psicológica a migrantes, refugiados y solicitantes de asilo. Para responder a las necesidades de las personas dispersas en asentamientos informales y ayudarles a superar los obstáculos para acceder a la atención sanitaria, el equipo de MSF despliega una clínica móvil cerca de los campos, alojamientos solidarios y un centro de día asociativo para prestar primeros auxilios, sensibilizar sobre los problemas de salud mental, identificar los casos más vulnerables mediante actividades psicosociales y derivarlos a las estructuras sanitarias. En julio del año pasado, MSF abrió un centro de día dedicado específicamente a menores no acompañados.

El año pasado, las ONG contabilizaron más de 380 menores no acompañados que vivían en campamentos insalubres en Calais. Debido a su corta edad, los menores se ven especialmente afectados por la presión y las humillaciones que les inflige la policía, como consecuencia de la política "antifijación". En 2023, se registraron 729 desalojos de asentamientos informales en los campamentos de Calais y Dunkerque, donde sobreviven muchos niños, lo que hace que una población ya de por sí vulnerable lo sea aún más y está más expuesta a la explotación y a la trata.

En junio del año pasado, el Comité de los Derechos del Niño de la ONU pidió a Francia que reforzara urgentemente las medidas de protección de los niños de la calle en la frontera franco-británica y que pusiera fin a la destrucción de sus refugios y al uso desproporcionado de la violencia por parte de las fuerzas del orden. A pesar de la documentación sobre la violencia policial aportada por asociaciones y víctimas, de las devoluciones forzosas documentadas por los medios de comunicación y de otras prácticas violentas que se aplican en esta frontera desde hace años, las autoridades francesas siguen negando estas violaciones y las justifican invocando la agresividad de las personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo.

 

 

 

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