Desnutrición extrema en Sudán mientras continúa la huida de personas de El Fasher

En Tawila, el 70% de los niños y el 60% de los adultos tratados por MSF sufría desnutrición aguda

Atención a una niña de un año con desnutrición en el hospital de Tawila. 14 de octubre de 2025. AURÉLIE LÉCRIVAIN/MSF

Port Sudan, 12 de noviembre de 2025.- Mientras personas hambrientas siguen intentando huir de las atrocidades cometidas por las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) en El Fasher, los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) proporcionan atención urgente a quienes han conseguido llegar a la localidad de Tawila. Allí, MSF está siendo testigo de niveles extremos de desnutrición aguda, el ejemplo más grave hasta la fecha de la crisis nutricional que azota Sudán desde el inicio de la guerra.

Durante meses, los equipos de MSF en Tawila han tratado a personas desnutridas que huyeron de El Fasher, pero las tasas actuales son alarmantes. Entre los niños y niñas menores de cinco años que llegaron a Tawila entre el 27 de octubre, cuando las FAR tomaron el control de la ciudad, y el 3 de noviembre, más del 70% presentaba desnutrición aguda y un 35% sufría desnutrición aguda severa. Entre los 1.130 adultos evaluados por MSF en ese mismo periodo, el 60% estaba desnutrido de forma aguda, de los cuales un 37% padecía desnutrición aguda severa. Las cifras son aún más elevadas entre mujeres embarazadas y en periodo de lactancia.

Los datos recopilados por MSF confirman los temores de que la hambruna ha devastado a la población de El Fasher, sometida a un asedio de más de 500 días. También coinciden con el reciente informe IPC, que constató hambruna tanto en El Fasher como en Kadugli, en el estado de Kordofán Sur.

Las personas que llegan a Tawila describen cómo la vida en El Fasher se había vuelto insoportable. Relatan que no tenían acceso a alimentos porque las cocinas comunitarias cerraron, la ayuda humanitaria fue bloqueada y los mercados fueron bombardeados hasta quedar desabastecidos. En septiembre, 7 kg de mijo costaban 500.000 SDG (208 dólares) y 1 kg de azúcar alcanzaba los 130.000 SDG (54 dólares).

En su desesperación, la población no tuvo más opción que consumir pienso animal. “Teníamos tanta hambre que empezamos a comer ambaz (pienso para animales). Al principio era gratis, pero después tuvimos que comprarlo por 20.000 SDG los 1,5 kg (8 dólares), y en junio ya costaba 50.000 SDG (20 dólares)”, relató a MSF una mujer desplazada en Darfur Norte.

Quienes intentaban introducir alimentos en El Fasher eran tiroteados por las FAR. Decenas de los que lograron sobrevivir consiguieron llegar a Tawila, donde recibieron atención de MSF.

“Mi primo desapareció en junio cuando intentó por primera vez llevar comida, y desde entonces no hemos sabido nada de él. A la salida de El Fasher se topó con combatientes de las FAR en motocicletas, que les dispararon”, cuenta una mujer que huyó de la ciudad en octubre.

MSF teme que muchas personas en El Fasher y sus alrededores sigan atrapadas, retenidas para pedir rescate e incapaces de escapar. Las FAR y sus aliados deben detener las atrocidades masivas y permitir un paso seguro para que los supervivientes puedan huir.

Las dificultades no terminan al llegar a Tawila. Desde comienzos de año, la mitad de las 6.500 mujeres embarazadas atendidas por MSF en consultas prenatales estaban desnutridas de forma aguda: un 15% con desnutrición severa y un 35% con desnutrición moderada. Esta situación pone a sus hijos en grave riesgo de nacer con bajo peso o ya desnutridos.

Crisis nutricional en todo Sudán

Más allá de El Fasher, los equipos de MSF en todo Sudán han observado en los últimos meses un deterioro generalizado del estado nutricional de los niños y niñas. La crisis está impulsada por factores superpuestos como la escasez de alimentos, las enfermedades, la inseguridad, la falta de medios de subsistencia y las condiciones de vida insalubres.

“En todo Sudán hay mucho por hacer para reducir el sufrimiento causado por la desnutrición. Pedimos a todas las partes en conflicto que permitan a las organizaciones humanitarias un acceso seguro y sin trabas para ampliar los servicios y ayudar a contener esta crisis”, afirma Myriam Laaroussi, coordinadora de emergencias de MSF.

El desplazamiento, tanto dentro de Sudán como desde otros países, también desempeña un papel significativo en el aumento de la desnutrición. En el estado del Nilo Azul, en el este de Sudán, la llegada de sudaneses retornados desde Sudán del Sur desde junio ha llevado los pocos recursos al límite. Miles de familias viven en asentamientos improvisados con escaso acceso a agua potable, alimentos o servicios de higiene, lo que ha desencadenado un brote de cólera y un aumento de muertes infantiles evitables. Entre julio y septiembre, MSF trató a 1.950 niños y niñas con desnutrición severa en el hospital universitario de Damazin; 100 murieron, muchos por la combinación de cólera y desnutrición aguda.

Incluso cuando las personas pueden regresar a sus hogares tras el desplazamiento, a menudo se encuentran con enormes dificultades para acceder o comprar alimentos o para recibir atención médica. En el estado de Jartum, la desnutrición ha empeorado desde junio, cuando más de 700.000 retornados regresaron a barrios devastados por la guerra, con acceso limitado a agua y servicios de salud. El hospital Al Buluk, en Omdurmán, registró la admisión de 351 pacientes desnutridos en septiembre, mientras que el hospital Al Banjadeed, en la ciudad de Jartum, detectó que el 46% de los niños y niñas evaluados en consulta estaban desnutridos. La respuesta humanitaria en Jartum sigue estando muy por debajo de las necesidades, con pocas organizaciones presentes y falta de ayuda tanto de emergencias como a largo plazo.

La magnitud real de la crisis probablemente sea mucho peor de lo que reflejan los datos. Sin un acceso seguro y sin restricciones a las personas en riesgo, y sin un aumento de la financiación y del apoyo humanitario por parte de las organizaciones internacionales, más niños seguirán expuestos a la prolongada crisis de desnutrición en Sudán.

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