Refugiados congoleños en Musenyi enfrentan condiciones críticas tras huir de la violencia en la RDC
Médicos Sin Fronteras ha instalado unidades de aislamiento como medida preventiva en caso de brote de cólera y otras enfermedades contagiosas
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Burundi, 12 de mayo de 2025.- En el campamento para desplazados de Musenyi, miles de congoleños que escaparon de la violencia en la República Democrática del Congo (RDC) viven en condiciones extremadamente precarias. Ante la falta de condiciones higiénicas, Médicos Sin Fronteras (MSF) ha lanzado una respuesta de emergencia para reducir el riesgo de sarampión y malaria, pero se necesita más apoyo ya que las necesidades humanitarias siguen en gran medida sin cubrir.
“Es urgente mejorar las condiciones de vida en este lugar. En este campo se dan todos los elementos para que se produzcan graves problemas de salud”, advierte Barbara Turchet, coordinadora de emergencias de MSF en Burundi. “Dadas las condiciones higiénicas, hemos empezado a instalar unidades de aislamiento como medida preventiva en caso de brote de cólera. Además, el exceso de agua estancada que hay por todas partes aumenta el riesgo de malaria y, por eso, hemos distribuido más de 8.000 mosquiteras. No descartamos la fumigación de mosquitos a largo plazo”, asegura Turchet.
Desde principios de año, miles de personas han huido de los combates y la inseguridad en las provincias de Kivu del Norte y Kivu del Sur, en la RDC. Cruzando el río Rusizi hacia Burundi, los refugiados se han instalado en escuelas, cobertizos, iglesias y estadios de la provincia de Cibitoke, en la frontera con Kivu del Sur.
En marzo, las autoridades burundesas y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) reubicaron a los refugiados en Musenyi, un campamento que se inauguró en 2024 en la provincia suroriental de Rutana (Burundi) para proporcionar instalaciones y servicios básicos a un máximo de 10.000 refugiados. Sin embargo, a finales de abril unos 18.000 refugiados vivían en este campamento según cifras de ACNUR.
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Construido sobre un suelo arcilloso mal drenado, el campamento de Musenyi es especialmente propenso a las inundaciones durante la estación de lluvias. Pese a la excavación de canales de drenaje, el agua sigue estancándose, sobre todo ahora que es temporada de lluvias. Para evitar que el agua sucia se derrame por los callejones, las personas que sobreviven en Musenyi tratan de proteger sus refugios y las letrinas comunales lo mejor que pueden.
“Vivo en un cobertizo desde que llegué porque no hay refugios para todos”, explica Nathalie*, mujer refugiada que llegó en febrero huyendo de los combates en la RDC. “Se dan lonas a las familias numerosas, pero yo vivo duermo en un cobertizo, sin colchones; con sapos y humedad por todas partes. Estamos abandonados”.
Dada la concentración de niños en el lugar, MSF también ha ayudado a las autoridades sanitarias a organizar una campaña de vacunación contra el sarampión tras la confirmación de varios casos de esta enfermedad altamente infecciosa pero prevenible entre los refugiados.
“Instalamos cuatro puntos de vacunación”, prosigue Turchet. “Vacunamos a 8.500 niños contra el sarampión y tratamos a los infectados. Eso ya es algo, pero tenemos que hacer más para mejorar la situación de los refugiados y proteger su salud”.
Los servicios esenciales, desbordados al contraerse la financiación de la ayuda
Algunas organizaciones, además de MSF, también están presentes para ofrecer atención sanitaria a los refugiados, pero muchos están descontentos con el insuficiente acceso a la atención.
“Aquí, los refugiados con VIH no tienen acceso a tratamiento”, explica Henri*, un refugiado de Kivu Sur que fue trasladado al campo de Musenyi desde otro en Burundi. “Cuando estábamos en Rugombo, en la provincia de Cibitoke, había seguimiento médico y tratamiento. Pero aquí, los centros de salud no ofrecen este tipo de atención”.
En Musenyi, como en muchos otros lugares, las organizaciones humanitarias tienen dificultades para proporcionar apoyo suficiente porque la financiación ha disminuido. Varias agencias humanitarias son incapaces de proporcionar un seguimiento médico suficiente a los pacientes en las clínicas que apoyan. La insuficiencia de las distribuciones de alimentos aumenta aún más la vulnerabilidad de las familias y, según la ONU, se calcula que se necesitan 76 millones de dólares para cubrir las necesidades humanitarias de los refugiados congoleños en Burundi.
“La gravedad de la situación es real y exige más atención y apoyo” advierte Turchet. “A nuestro nivel, estamos haciendo todo lo posible y hemos ampliado nuestro apoyo para proporcionar atención médica a las víctimas de violencia sexual y apoyo psicosocial a los refugiados que sufren problemas de salud mental. Pero hay necesidades por todas partes...”.
* Los nombres han sido modificados por motivos de confidencialidad.
Maria D'Oultremont