Chad: los refugiados en el este del país corren el riesgo de quedar atrapados y olvidados con la llegada de la estación de lluvias
La violencia en Sudán ha empujado a más de 100.000 personas a las provincias chadianas de Ouaddai, Sila y Wadi Fira
Yamena, Chad, 9 de junio de 2023 - Miles de personas congregadas en la frontera oriental de Chad, especialmente en la región de Sila, que han huido del conflicto en el vecino Sudán, corren el riesgo de perder el acceso a asistencia humanitaria y médica vital con la inminente llegada de la estación de lluvias.
Esto podría tener consecuencias humanitarias devastadoras en la zona fronteriza de Sila, cuando las carreteras y los wadis (cauces secos de los ríos) se llenen de agua y se inunden. De hecho, al volverse inaccesible la región, los refugiados y las comunidades de acogida se encontrarán completamente aislados y excluidos de cualquier servicio o ayuda.
Las actuales condiciones de acceso inadecuado a agua potable e higiene también aumentan el riesgo de enfermedades infecciosas y transmitidas por el agua. Esta situación ha desencadenado una respuesta de emergencia por parte de los actores humanitarios que intentan proporcionar ayuda y reubicar a la población lejos de las zonas fronterizas inseguras antes de que lleguen las lluvias; sin embargo, la ayuda se está quedando visiblemente rezagada.
“Muchos refugiados quieren alejarse de la zona fronteriza, pero no hay espacio suficiente para reubicarlos. Al mismo tiempo, hay otros que desean quedarse donde están, además de los que siguen llegando de Sudán”, afirma Audrey van der Schoot, coordinadora general de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Chad. “Más de 100.000 personas han cruzado ya la frontera con Chad desde el inicio de los combates en Sudán y tememos que, con las próximas lluvias, la población de esta zona fronteriza quede atrapada y olvidada, sin acceso a servicios vitales críticos ni a información sobre dónde acceder a ellos”.
“Las personas pueden verse abocadas a tomar decisiones inimaginables: quedarse sin ninguna ayuda o regresar a Sudán, donde estarían expuestas a más violencia y daños físicos y psicológicos. La actual acción humanitaria debe dar prioridad a la situación y a las necesidades de las personas que quedarán varadas en la frontera”, añade.
Casi 30.000 refugiados y retornados de la región de Sila, en el este de Chad, reciben una ayuda humanitaria limitada y lenta. La falta de cobijo, agua y alimentos ha llevado a muchos de ellos a recurrir a otras familias de refugiados o a la comunidad de acogida para que compartan con ellos sus escasos recursos.
MSF, en colaboración con las autoridades sanitarias de la región de Sila, ha puesto en marcha un proyecto de emergencia cerca de la frontera entre Chad y Sudán. Mediante clínicas móviles para refugiados sudaneses, retornados chadianos y comunidades de acogida, los equipos de la organización ofrecen atención médica y actividades preventivas en los campos de refugiados de Andressa y Mogororo. Los servicios incluyen detección y tratamiento de la desnutrición aguda infantil, atención de salud sexual y reproductiva y derivaciones al centro de salud de Deguessa, apoyado por MSF, o al hospital de Koukou para atención secundaria. Sólo en las tres primeras semanas, los equipos médicos trataron a 1.460 pacientes, la mayoría niños desnutridos, con infecciones respiratorias, diarrea acuosa aguda y malaria, todos ellos asociados a sus precarias condiciones de vida. Un total de 333 mujeres embarazadas también recibieron atención prenatal y posnatal.
Durante las últimas semanas, los equipos de MSF en Sila también han escuchado de primera mano relatos inquietantes de refugiados que huyeron de la localidad sudanesa de Foro Baranga y los pueblos circundantes, al sur de Darfur Occidental, a sólo unos kilómetros de la frontera con Sudán. La mayoría llegó a pie. Los supervivientes describen sus experiencias como espeluznantes, ya que han estado expuestos a niveles extremos de violencia, incluida violencia sexual y de género, tortura, secuestro, reclutamiento forzoso, saqueo, chantaje, así como destrucción de propiedades. Los que huían del conflicto en Sudán eran retenidos bajo coacción y obligados a pagar para poder entrar en Chad, pues de lo contrario sus pertenencias eran saqueadas o podían sufrir amenazas de muerte por parte de actores armados.
MSF también ha atendido a más de 70 sudaneses heridos en su centro de salud de Adre, en Ouaddai. La mayoría de los heridos llegaron con graves heridas de bala sufridas en los enfrentamientos de Darfur Occidental. Muchas víctimas no pudieron llegar hasta Chad ni recibir tratamiento médico.
Mientras Chad ─un país con escasos recursos─ sufre las repercusiones del conflicto en Sudán, la silenciosa crisis humanitaria del país se agrava aún más. Los chadianos que viven en las regiones fronterizas no pueden buscar asistencia sanitaria durante la difícil estación de lluvias ni acceder a los mercados de Sudán para ganarse la vida. Esto ha provocado que los precios de los alimentos y los productos básicos se disparen, en una zona donde ya existían altos niveles de desnutrición y donde el acceso a la atención sanitaria ya era muy limitado para la comunidad de acogida. La población de Chad sigue expuesta a múltiples crisis causadas por fenómenos climáticos extremos, conflictos armados y brotes recurrentes de enfermedades prevenibles y tratables. Estos últimos acontecimientos no harán sino aumentar su vulnerabilidad y la de los refugiados y retornados chadianos.
“Nos enfrentamos a una crisis sobre otra crisis. Cada vez que se recrudece el conflicto en Sudán llegan más personas, y se espera que más crucen a Chad si los combates no cesan. En un contexto ya de por sí desatendido e infradotado como el chadiano, las continuas llegadas desde Sudán suponen una carga para los ya limitados y desbordados recursos del país y podrían agravar las necesidades humanitarias existentes tanto de los refugiados sudaneses como de la comunidad de acogida. Es necesario ampliar urgentemente la ayuda humanitaria y la financiación para los refugiados de Sudán, pero las necesidades de la comunidad de acogida y de otros refugiados en el este de Chad deben recibir la misma prioridad en esta respuesta humanitaria”, afirma Audrey.
Silvia Fernández