Cabo Delgado: Una crisis lejos de terminar
Aunque la violencia ha disminuido, el contexto es muy volátil en el norte de Mozambique donde se cruzan nuevos desplazados que huyen de los ataques con quienes tratan de regresar a sus hogares
Mueda (Mozambique)/ Madrid, 29 de diciembre de 2021.- Cabo Delgado, la provincia más septentrional de Mozambique, sufre desde 2017 violentos ataques que han obligado a cientos de miles de personas a desplazarse internamente. En 2020, el conflicto se intensificó y, en marzo de 2021, alcanzó su punto álgido cuando un ataque sobre Palma, transformó una ciudad antaño muy concurrida y sede de la explotación de licuación de gas de Total, en una ciudad fantasma.
En los últimos meses, los ejércitos de Mozambique y de países aliados han lanzado ofensivas para recuperar el control de zonas y ciudades que, ahora, se preparan para que regrese la población que las abandonó. Estas ofensivas han desperdigado a los grupos armados. Aunque la violencia está menos extendida, continúa habiendo ataques dispersos y frecuentes que siguen haciendo huir a la gente. Lejos de terminar, la crisis humanitaria persiste y cientos de miles de personas desplazadas sobreviven en condiciones precarias.
El conflicto en Cabo Delgado es muy volátil y conviven personas que se desplazan en diferentes direcciones tanto para huir de la violencia como para regresar a sus hogares. Esto obliga a una respuesta humanitaria muy reactiva para garantizar que las personas reciben un mínimo de servicios sanitarios y humanitarios durante su huida, desplazamiento y retorno. Se estima que 1,3 millones de personas necesitan urgentemente ayuda humanitaria y protección según Naciones Unidas.
Entrevista Paulo Milanesio, coordinador de MSF en Mueda
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Testimonios de personas desplazadas en Cabo Delgado
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La ayuda humanitaria se concentra en puntos más estables del sur de la provincia, cerca de la capital, Pemba. Sin embargo, en amplias zonas del norte apenas hay organizaciones de ayuda. En muchas zonas de la franja costera y del noreste de la provincia, el sistema sanitario se ha visto gravemente afectado por el conflicto.
“En amplias áreas de los distritos de Mueda, Nangade, Muidumbe y Mocímboa, donde hay unas 50.000 personas desplazadas, algunas estructuras de salud han sido atacadas y el personal médico se ha marchado”, Paulo Milanesio coordinador de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Mueda.
Más de un año escondidos en el bosque
Hay personas que llevan meses, algunas incluso más de un año, viviendo en el monte en zonas selváticas densas e inhóspitas. “Llegan en un estado deplorable, solo han comido lo que han podido encontrar en el camino: plantas, verduras, algunos animales que han cazado. Suelen ser personas mayores y presentan desnutrición y anemia. Si padecen enfermedades crónicas como la tuberculosis o el VIH/sida, muy prevalente en Mozambique, se encuentran en mal estado porque han tenido que interrumpir el tratamiento. También vemos muchos problemas respiratorios e hipertensión”, añade Milanesio.
Selemane Salimo, 58 años, de Mocímboa ha pasado escondido en el bosque junto a otras 70 personas un año y tres meses: "La vida en el bosque no era vida, era sufrimiento. Lo único que comíamos era yuca seca y hojas de yuca. Nuestra gran preocupación era ser descubiertos y asesinados”.
Casi todas las familias han experimentado un trauma durante este conflicto. Han presenciado o sufrido violencia o han perdido sus hogares. Algunas también han perdido el contacto con sus familiares.
“Algunos de nuestros pacientes son tan frágiles que ni siquiera pueden mirarte a los ojos. También encontramos con frecuencia niños huérfanos, que han visto morir a sus padres o que fueron secuestrados por grupos armados y a padres y madres que desconocen el paradero de sus hijos”, Paulo Milanesio, MSF.
Samuel Alberto, 32 años, originario de Quissanga, no sabe dónde está su mujer. “La violencia alcanzó mi zona en enero de 2020. Algunas casas fueron incendiadas y nos escondimos en el bosque un tiempo. Cuando las cosas se calmaron volvimos a casa, pero en septiembre regresaron los hombres armados. Mi esposa, que estaba embarazada de ocho meses, fue secuestrada y desde entonces no he sabido nada de ella”.
A medida que se acerca la temporada de lluvias, las fuertes precipitaciones y el riesgo de ciclones plantean retos adicionales tanto para la población desplazada como para las comunidades de acogida y pueden agravar su vulnerabilidad y las necesidades humanitarias actuales. La prevención es crucial para evitar brotes de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera y la malaria, que pueden alcanzar su punto álgido durante este periodo.
Médicos Sin Fronteras, presente en Mozambique desde 1984, trabaja en Cabo Delgado desde febrero de 2019. En la actualidad, la organización lleva a cabo actividades médicas en el distrito de Metuge, cerca de la capital de la provincia, Pemba, así como en Macomia, Ancuabe, Palma, Mueda. Desde esta localidad gestiona clínicas móviles regulares en otras partes del distrito como Muidumbe, Nangade y Mocímboa.
Guillermo Algar